Por Enrique Aranda
De no ser tan grave, tan patética la festiva reacción de Andrés Manuel López Obrador ante la confirmación del crecimiento de 0.1% del PIB entre abril y junio y, más, la utilización del (pobre) registro para increpar a quienes anticiparon la caída de la economía en recesión, parecería una burla, una mala broma o, peor, una reacción inconsciente del mandatario, producto de la incomprensión y/o desconocimiento de lo que el mismo implica.
Porque, vea usted, si bien es innegable que el informe del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, de Julio Santaella, efectivamente, evitó que la economía fuera declarada formalmente en recesión, lo cierto es que ello no modifica en forma alguna las difíciles condiciones prevalecientes que, en un primer momento, auguran un magro avance anual de entre 0.8% y 1%, independientemente del plan de (obvia) emergencia dado a conocer apenas por Arturo Herrera, el aún novel titular de Hacienda que, como se sabe, prevé desembolsos por 485 mil millones de pesos destinados a financiar una eventual reactivación.
Ello, obvio, al margen de que el avance de 0.3% en la economía durante el primer semestre del año, el más bajo en una década, se explica hoy —“y no es poca cosa…”— más por causas de naturaleza interna —caída de la inversión pública y privada, deterioro de la productividad en sectores clave y, por encima de todo, la creciente incertidumbre y pérdida de confianza causada por algunas medidas, ocurrencias y/o puntadas del gobierno de la 4T— que de externas, como fue en otras ocasiones.
Los resultados están a la vista: abrupta pérdida del empleo formal, que sólo en junio el IMSS fijó en 41 mil 913 puestos de trabajo o, en otro rubro, el registro, según el cual, a decir del Inegi, el Indicador de Confianza Empresarial de las manufacturas reportó, a julio, una baja de 1.2% respecto del mes anterior y -2.3% en términos anuales, menos 0.9% (-3.0%) el del comercio y menos 0.8% (-3.3%) el del sector construcción.
Al margen de consideraciones de otra índole, pues, nada parece más claro hoy que, aun después de haber superado el riesgo que implicaba una declaratoria formal de recesión técnica, la economía pasa aún por un muy mal momento que se prolongará en el futuro próximo y que se manifiesta en una desaceleración que sólo se revertirá cuando la confianza del empresariado vuelva a niveles normales y, para decirlo pronto, retornen al país la inversión pública y privada o capitales “golondrinos” poco monitoreados hasta ahora…
Y todo ello, perdón, no se dará sino hasta que se asuman políticas distintas a las que hasta la fecha se han implementado.
ASTERISCOS
* Ocho días escasos antes de la celebración de la cuestionada elección-imposición de quien en el Revolucionario Institucional suplirá a la inexistente Claudia Ruiz Massieu, lo único seguro es que el proceso avanzará hasta su eventual judicialización y que, en ese marco, el abandono de las filas tricolores por muchos de sus liderazgos es seguro…
* Será la próxima semana, previsiblemente, cuando la comisión senatorial de Relaciones Exteriores entrevistará y, eventualmente, aprobará a un nuevo grupo de quienes representarán al gobierno de la 4T en el extranjero, el compañero periodista Alberto Barranco Chavarría irá al Vaticano entre ellos.
Veámonos el domingo, con otro asunto De naturaleza política. Información Excelsior.com.mx