Por Yuriria Sierra
El golpe se habrá sentido durísimo en Florida. Lo que por cuatro años se presumió como el gran legado, terminó anotado en la historia de EU, no sólo como mal recuerdo, sino como evidentes equivocaciones.
En sus primeras 24 horas, Joe Biden eliminó planes, programas, líneas de política pública que su predecesor impulsó contra los intereses de su país y de su lugar en el liderazgo del mundo.
Las primeras órdenes ejecutivas que firma, son señales claras del tipo de relación que Estados Unidos desea tener con nuestro país, por ejemplo. Ya no volveremos a los días en que el muro en la frontera era alimento electoral; su presupuesto tampoco deberá destinar recursos para su construcción por encima de las urgentes necesidades. Tampoco habrá amenazas a los jóvenes dreamers ni sus derechos serán tocados. Incluso, ahora se abre la posibilidad de que 11 millones de migrantes tengan oportunidad de convertirse en residentes legales. Un plan migratorio que jamás en los últimos cuatro años habríamos imaginado. Ni en esta región del planeta ni en las que están del otro lado del mundo, pues también se han levantado ya los vetos a ciudadanos de origen palestino.
Aunque las órdenes más importantes, Joe Biden las dedicó a la crisis sanitaria. Un plan de combate de 190 páginas presentadas la tarde del jueves para enfrentar al enemigo que, él mismo ha calculado, el próximo mes los hará rebasar las 500 mil víctimas mortales. El coronavirus es hoy el objetivo primordial de un gobierno dispuesto a reescribir una estrategia que, en los últimos 10 meses, se configuró no sólo con políticas insuficientes, sino con una postura presidencial que no entendió nunca la dimensión, evidentemente por su falta de preparación y sensibilidad. Ni el contagio hizo a Donald Trump girar hacia una dirección en la que se pondera la salud y las vidas de los ciudadanos. Hoy, Joe Biden activó todas las medidas implementadas en muchas partes del mundo y a las que se negaron por la sinrazón del exhabitante de la Casa Blanca.
Cuarentena para todos los que llegan del extranjero, exigencia de prueba con resultado negativo; el reto de los 100 días portando cubrebocas y la estimación de que con esto se salvarán al menos 50 mil vidas. El proyecto de aplicar 100 millones de vacunas en 100 días, privilegiar las decisiones científicas a las políticas respecto a la pandemia por covid-19. Un giro de 180 grados, no sólo en materia sanitaria.
Joe Biden no perdió el tiempo, lo advirtió en su cuenta de Twitter desde su primer día como presidente de Estados Unidos. Entiende que recibe a un país que está por llegar a los 2 millones 450 mil contagios, porque sabe que a este ritmo, los más de 400 mil muertos fácilmente se convertirán en medio millón, porque lejos de ufanarse del trabajo científico que hacen laboratorios privados, busca trabajar con ellos para facilitar el acceso y la distribución de la vacuna. Entiende el lugar de liderazgo de Estados Unidos, por eso tiende de nuevo la mano a la Organización Mundial de la Salud. Sí era un giro necesario, porque inevitablemente forzará a mejores acciones a su alrededor, y vaya que urgen. Información Excelsior.com.mx