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20 años sin mayoría

Por: Pascal Beltrán del Río

Hoy comienza el Primer Periodo Ordinario de Sesiones del Segundo Año de la LXIII Legislatura del Congreso de la Unión.

La atención estará centrada en la presentación del Quinto Informe de Gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, pero también en la lista de pendientes de la agenda legislativa, la estrategia de los grupos parlamentarios para sacarla adelante y el enfrentamiento público entre los dos mayores partidos políticos, que es el anticipo de la temporada electoral que se iniciará formalmente una semana después.

Quizá pocos reparen en que hoy es también el 20 aniversario del inicio de la LVII Legislatura, la primera en la era moderna en que el partido del Presidente de la República no tuvo mayoría en las dos cámaras del Congreso.

La ausencia de una bancada hegemónica en aquella Cámara de Diputados fue uno de los primeros resultados de la reforma política de 1996, que ciudadanizó el órgano electoral federal y marcó el principio del fin del PRI como partido de Estado.

A partir de entonces, un sistema que estaba diseñado para funcionar con un Ejecutivo todopoderoso, al que se sometían los Poderes Legislativo y Judicial, debió aprender a operar sin una de sus características básicas.

El resultado ha sido una gobernabilidad limitada y el empoderamiento del Legislativo, que, en una de sus expresiones más simbólicas, ha vuelto imposible en los hechos que el Presidente de la República se presente el 1º de septiembre ante la Sesión de Congreso General para rendir su informe.

Hoy se dará la ocasión número doce, de forma consecutiva, en que el mandatario no suba a la tribuna del recinto de San Lázaro para pronunciar el mensaje que, durante décadas, caracterizó el inicio del primer periodo de sesiones del año respectivo.

La realidad política que se impuso a partir de 2006, con motivo del sexto y último informe de Vicente Fox, incluso llevó a modificar –en 2008– el artículo 69 de la Constitución, a fin de que la asistencia del Presidente dejara de ser obligatoria y, en lugar de eso, pudiese enviar un texto para cumplir con el requisito.

Y así como el Legislativo ha incrementado su potestad política, el Ejecutivo ha visto la suya disminuir. Para bien o para mal –hay diferentes ópticas sobre el tema–, el Presidente de México es hoy más débil en su contexto de lo que sus homólogos de Estados Unidos y Francia son en los suyos.

Hay que decir que la realidad de los gobiernos sin mayoría la ha decidido el propio electorado, con su voto en las urnas.

Antes de 1997, los gobiernos emanados del PRI controlaban el órgano electoral y con ello aseguraban, mediante el sufragio corporativo, que el tricolor siempre tuviese mayorías en las dos cámaras.

Al cambiar estas circunstancias, el Presidente de la República dejó de tener el respaldo casi automático del Congreso y se vio orillado a negociar con un Legislativo dividido.

Lo curioso es que, en estas dos décadas, el fortalecido Congreso mexicano no le haya quitado prácticamente ninguna facultad al Ejecutivo.

¿Cambiará esto en los siguientes años, con motivo de la renovación de los dos Poderes? No lo sabemos. Lo cierto es que gane quien gane la Presidencia en 2018, enfrentará de arranque las mismas condiciones que sus antecesores.

BUSCAPIÉS

Ayer di cuenta aquí de la formación de dos Méxicos muy distintos –el de la región sur-sureste y el del resto de la República– con base en los ingresos promedio que perciben los hogares en las diferentes entidades federativas, según el Inegi. Ahora los datos del Coneval sobre el comportamiento de la pobreza en el país refuerzan esa realidad: los estados del norte, centro y occidente han sido mucho más eficaces en reducir la miseria que los otros. Esto hace pensar que la política de desarrollo económico seguida por muchas de esas entidades es más eficaz en sacar de pobres a los mexicanos que los programas asistencialistas.

Durante su reciente visita a las zonas devastadas por el ciclón Harvey en Texas, el presidente estadunidense Donald Trump no dejó de decirse asombrado por la fuerza del fenómeno, el que mayor cantidad de lluvia ha dejado en la historia del país. Si Trump no fuese un descreído del calentamiento global, sería recomendable que leyera un texto de The Washington Post, firmado por Jason Samenow, que el 22 de marzo pasado pronosticó lo que iba a suceder en la zona con base en el registro histórico de la temperatura del agua del Golfo de México. Por cierto, también estaría bien que las autoridades en México lo consultaran. Información Excelsior.com.mx

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