Por Eduardo Ruiz-Healy
A varias personas les molestó que en este espacio invitara ayer a las mujeres a ser más agresivas en su lucha para lograr la igualdad de oportunidades y derechos que desde tiempo inmemorial les han negado las sociedades patriarcales que han dominado lo que hoy es el territorio nacional, tanto antes como después de 1521.
Es un hecho: la sociedad controlada por hombres no va a cambiar rápidamente porque la mayoría de ellos no están dispuestos a compartir sus privilegios ni a reconocer y promover, pero en serio, los plenos derechos humanos, políticos y sociales de las mujeres.
Hay que reconocer que la lucha por la igualdad de oportunidades y derechos de las mujeres ha avanzado demasiado despacio y más si tomamos en cuenta que fue en 1689 cuando por primera vez se les concedió el derecho de votar, en las elecciones de los distritos rurales de los Estados de Frisia que formaban parte de lo que fue la República de los Siete Países Bajos Unidos (1581-1795).
Y va caminando tan despacio esta lucha que diversos estudios indican que, de no cambiar radicalmente la situación actual para que el avance se dé aceleradamente, transcurrirán cientos de años más para lograr la tan buscada paridad de géneros.
Antes de la crisis del COVID-19, el Foro Económico Mundial predijo que, a los ritmos actuales de progreso, se necesitarán 257 años para cerrar la brecha económica de género, que consiste en pagarle menos a una mujer que aun hombre por realizar el mismo trabajo. Ahora serán más porque en el mercado laboral la pandemia ha afectado más a las mujeres que a los hombres y, debido a que no ha concluido aún la pandemia, es difícil recalcular los años que se necesitarán.
Una mujer que no posee bienes de alto valor casi siempre está sujeta a los deseos y caprichos de quien la mantiene y en este rubro falta mucho por hacer.
La disparidad de género en lo que a la propiedad de este tipo de bienes se refiere lo muestra un estudio realizado en 2018 por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores con base en la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF) 2018 hecho por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
Mientras que el 58% de los hombres eran dueños de una propiedad de alto valor, solo lo era el 35% de las mujeres; en lo que la propiedad de tierra, el porcentaje era de 13% para los hombres y 5% para las mujeres; 36% de los hombres era dueño de un vehículo contra solo el 13% de mujeres y; en lo que a una vivienda se refiere, 41% de los hombres eran dueños de una contra el 26% de las mujeres.
Las mujeres tampoco tienen las oportunidades para llegar alto en las estructuras corporativas a pesar de que las estadísticas muestran que trabajan más que los hombres y ganan menos.
Un análisis de 155 grandes empresas que realizó el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) determinó que del total de los integrantes de sus consejos de administración, solo el 9% eran mujeres y que solo 2 directores generales o CEOs eran mujeres. Estos son los números más bajos al compararlos con los que se encuentran en países con economía similares a la mexicana.
Estos y muchos más datos indican que las mujeres deben ser más agresivas en su lucha por la igualdad, les guste o no escucharlo a muchos hombres.
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