Por Enrique Aranda
El eventual retorno de Andrés Manuel López Obrador a la actividad luego del obligado encierro que debió cumplir tras ser declarado infectado por coronavirus, cuya existencia y peligrosidad desdeñó en otro momento, podría, en opinión de los suyos, marcar un cambio de enfoque de la estrategia adoptada para enfrentar una pandemia que cobró ya la vida de 166,200 mexicanos y contagió a poco menos de dos millones.
De consumarse tal posibilidad y adoptar criterios de política sustentados más en bases científicas que en el oportunismo político-electoral, e incluso en la experiencia de otras naciones que han logrado mejores resultados en el esfuerzo, México estaría en posibilidad de acelerar el proceso de contención de contagios y, se entiende, de “domar” o aplanar al menos la ascendente curva de decesos cuyo final, cada día que pasa sin contar con vacunas suficientes para intentar frenarlos, parece más lejano.
¿Obligaría ello a cambiar a los responsables de llevar adelante el operativo anticovid-19? Muy probablemente, aclaran las misma fuentes que si bien no dudan en mostrar su desprecio hacia el impresentable Doctor Muerte, Hugo López-Gatell, reconocen que, fuera del Ejército y la Armada, no son muchos los médicos reconocidos dispuestos a apostar nombre y prestigio personal dada la gravedad que alcanza ya el problema y, más aún, la cada vez más evidente escasez de recursos para enfrentar la emergencia: desde insumos para proteger al personal de “primera línea” hasta fármacos para atender a los infectados graves, personal capacitado para atención a la gente e, insistamos, vacunas y medicamentos de alta especialización.
Y todo, al tiempo que, en medio de toda suerte de complejos problemas, el país se prepara a vivir las más amplia y trascendental elección de las últimas décadas en la que, al margen consideraciones, estará en juego no sólo la permanencia del régimen democrático y del gobierno actual, sino también buena parte de las libertades que hoy gozamos los mexicanos. Una elección singular, sí, a la que, por otra parte, el gobierno de la 4T llegará fracturado y en una posición difícil, dada la obvia división interna y carencia de estructura de su partido, el Movimiento Regeneración Nacional donde, huelga destacar, la entrega de “candidaturas AAA” a expriistas u opositores de otro tiempo, se ha convertido en la constante.
Aunque deseable entonces un cambio en la fallida estrategia aplicada hasta hoy para contener y desterrar la pandemia con el propósito de reforzar la vuelta de YSQ a la actividad, no parece sencilla y, menos, esperanzadora…
ASTERISCOS
* Aunque explicable por el altísimo costo económico de no hacerlo, la decisión del gobierno capitalino, de la cuestionada Claudia Sheinbaum, de avalar la apertura de tiendas departamentales y centros comerciales en “semáforo rojo” no parece gozar aún de pleno consenso, por lo que, dígase lo que se diga, se prevén problemas…
* De tomar en cuenta la reflexión del queretano Francisco Pancho Domínguez en el emblemático Teatro de la República. México, dijo, reclama aplicar hoy dos vacunas: la que prevenga el virus que desemboca en muerte y, también, la que previene del odio y la confrontación que anticipan la fractura de las sociedades. A buen entendedor, se diría.
Veámonos el miércoles, con otro asunto De naturaleza política. Información Excelsior.com.mx