Por Clara Scherer
Para empezar bien hay que hacerlo con la letra A, de la que nuestra genial Griselda Álvarez escribió El arduo camino de la A, como símbolo de la dificultad de las mujeres para ser aceptadas y visibilizadas, según dice Marcela Lagarde. Será por eso que este 2018 ganaron premios como La Mujer del Año, una compatriota brillante, Alondra de la Parra, y una joven valiente, Ariana Grande. Una, directora de orquesta, la otra, cantautora. Una, reconocida por las mujeres de su país, México; la otra, reconocida por Billboard, revista semanal de Estados Unidos que publica una lista especializada en información sobre la industria musical y una de las revistas especializadas más antiguas del mundo.
Hace algunos años, Alondra dirigió en la Sala Berwald a la Orquesta Sinfónica de la Radio Sueca, interpretando el concierto para piano de Clara Schumann, quien “escribió música para piano solo, canciones para voz y piano, música de cámara y obras orquestales. Las razones por las que no se dedicó en mayor grado a la composición, a pesar de su talento evidente, fueron varias, entre ellas su carrera de concertista, sus ocho hijos, la devoción por su esposo y el papel de la mujer en el siglo XIX”. ¿Habrá cambiado sustancialmente ese papel?
Ha pasado sólo año y medio cuando la música enfrentó al terror. El 22 de mayo de 2017, en el Manchester Arena, al terminar el concierto Dangerous Woman, estallaron bombas. Ariana volvió dos semanas después, convocó a otras personalidades del medio musical y entonaron a una sola voz Somewhere Over the Rainbow, de la película El mago de Oz. La tristeza que deja el odio, la alegría de saber que existe algo llamado amor, el deseo ferviente de encontrar un atisbo de esperanza quizás hicieron posible el consuelo.
Dirigir una orquesta es liderar e imprimir personalidad al conjunto. Quien dirige interpreta, capta la emoción, piensa, inspira, marca el ritmo, coordina e integra, sube a un podio y da órdenes. No sólo Alondra es destacada en esta área. Marin Alsop dirige la Sinfónica de Baltimore y la de Sao Paulo. Ligia Amadio, la Filarmónica de Montevideo. Mirga Grazinyte-Tyla, la del Salzburger Landestheater; Inma Shara (Inmaculada Concepción Lucía Saratxaga), la primera mujer en dirigir un concierto en el Vaticano, por la celebración del 60 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Shi-Yeon Sung, directora asociada en la Sinfónica de Seúl; Anu Tali, la Orquesta de Sarasota (Florida); Nazanin Aghakhani, directora de orquesta y pianista especializada. Ha dirigido orquestas finlandesas, austríacas y suizas. Keri-Lynn Wilson, a la Filarmónica de Eslovenia. Simone Young ha dirigido a la Ópera del Estado de Hamburgo y a la Filarmónica de Hamburgo. En todo el mundo, las apasionadas y musicales mujeres dirigen, provocando reverencias.
Uno de los pocos filmes considerados en Memoria del Mundo por la Unesco, El mago de Oz, describe una región donde habitan brujas buenas y malas, un espantapájaros que habla, un león cobarde, un hombre de hojalata y otros seres extraordinarios, y cuyo tema ganó ese año como la mejor canción original: En algún lugar sobre el arco iris/ las aves azules vuelan y los sueños/ con los que soñaste realmente se vuelven realidad. Ariana y sus “cómplices” le dieron un nuevo y muy emotivo significado. Esa “mujer peligrosa”, que afirma No necesito permiso/ Decidí probar mis límites, entendió perfectamente el mensaje de Dorothy Gale, la protagonista del cuento escrito por L. Frank Baum. ¡Felicidades a las brujas Alondra y Ariana, por seguir su vocación: la música!
Aclaración: la palabra bruja ha sido utilizada desde antiguo como “mujer de conocimiento superior”. Información Excelsior.com.mx
Licenciada en pedagogía y especialista en estudios de género
clarasch18@hotmail.com