*** Con sede en el reducto San José El Alto, una fortificación del siglo XVIII, el espacio museístico materializa más de tres décadas del desarrollo de esta disciplina en el país
*** En 600 m², los visitantes harán un dilatado viaje en el tiempo. Esta travesía se apoya en la exhibición de 426 piezas y en las nuevas tecnologías, para que el público se “sumerja” en este mundo
En las profundidades del mar y las aguas continentales de México, yacen vestigios de nuestro pasado, tesoros que son materia de estudio dado el conocimiento que brindan sobre las sociedades de otras épocas. El reducto San José El Alto, en Campeche, será a partir de este 5 de diciembre, sede del Museo de Arqueología Subacuática, materializando así más de 30 años del desarrollo de esta disciplina en nuestro país y convirtiéndose en el primero dedicado a esta temática en América.
La Secretaría de Cultura, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y el Gobierno del Estado de Campeche unieron esfuerzos para que en sólo seis meses, el Museo de Barcos y Armas diera paso a este nuevo recinto. Con una inversión cercana a los 15 millones de pesos por parte del gobierno estatal y otros 5 millones aportados por el INAH, se emprendió el trabajo museográfico de este espacio con un sólido guión científico, a cargo de la Coordinación Nacional de Museos y Exposiciones del INAH.
Bajo la curaduría de la arqueóloga Helena Barba Meinecke, especialista de la Subdirección de Arqueología Subacuática (SAS) del INAH, en 600 m² de recorrido y con el uso proyecciones e interactivos hápticos, los visitantes harán un dilatado viaje en el tiempo, yendo más de 10 mil años atrás en el Pleistoceno hasta nuestros días, “sumergiéndose” de manera virtual en estos mundos para descubrir la apasionante tarea del arqueólogo subacuático.
En esta travesía, el público se encontrará con piezas llenas de historia. El Museo de Arqueología Subacuática. San José El Alto exhibe 426 piezas (algunas consideradas como conjuntos), principalmente prehispánicas, varias de más de mil 800 años de antigüedad, y coloniales, incluida una colección de esmeraldas descubierta recientemente en un naufragio ubicado en el arrecife Alacranes, considerado el más importante en su tipo fuera de Colombia.
Roberto Junco, subdirector de Arqueología Subacuática del INAH y quien coordinó la exploración en campo de ese contexto, destaca que es la primera ocasión en que arqueólogos subacuáticos han registrado y recuperado un cargamento de esta naturaleza. La localización del mismo se dio hace tres años, y en 2015 se llevaron a cabo las tareas para su rescate y la posterior estabilización, conservación y restauración de los objetos; en cuanto al pecio, dijo, se trataba de una embarcación menor, no obstante, los vestigios del mismo son escasos.
La primera sala —de las seis que integra la propuesta museográfica— es una introducción a los contextos que comprende la arqueología subacuática: ríos, lagos, lagunas, manantiales, cenotes y cuevas inundadas, donde quedaron encapsulados testimonios de otros tiempos que sólo deben ser registrados y en algunos casos recuperados por expertos. Esta labor coadyuvante incluye a los informantes de los sitios que suelen ser pescadores, buceadores profesionales, arqueólogos subacuáticos, restauradores e historiadores.
La siguiente sección hace referencia a los restos de megafauna descubiertos en cuevas inundadas de la península de Yucatán. En una de ellas, nombrada Hoyo Negro, a más de 40 metros de profundidad se descubrió el esqueleto casi completo de “Naia”, una adolescente que de forma accidental debió caer en su interior hace más de 12 mil años. El público se encontrará frente a frente con la americana más antigua hallada hasta el momento.
Sin duda, éste será uno de los espacios más atractivos para los visitantes, pues se trata de una “sala de inmersión” que permite una simulación sumamente realista de cómo la combinación de alta precipitación pluvial, temperatura, cubierta vegetal y una mezcla de agua dulce y salada depositada en el interior de la planicie kárstica (macizo rocoso) dio lugar a la formación de cenotes y sistemas de cuevas de la península de Yucatán, donde pueden encontrarse materiales prehistóricos, prehispánicos y coloniales.
En la Sala 3, dedicada a la época prehispánica, se exhiben piezas que fueron depositadas por los mayas dentro de cenotes, por ejemplo una vasija chocolatera extraída del cenote San Manuel, y otras recuperadas en ambientes costeros, como es la Isla de Jaina, en el vecino estado de Campeche. Los interactivos hápticos son una herramienta para “adentrarse” en el modo en que fueron recuperados.
En la Sala 4, destinada al siglo XVI, se ambienta la forma en que yacen piezas de ese periodo en el lecho marino, y exhibe algunas que son todo un emblema para los campechanos como el cañón denominado media culebrina, el más antiguo de su tipo (1552), localizado en el hemisferio occidental; y la caña de timón o del “perro galgo”, como se le conoce por tratarse de una talla en madera de ébano con esa figura, que se encontró a fines del siglo XIX en un afluente del río Palizada.
La Sala 5 reúne el devenir de los siglos XVII y XVIII, periodo en el que el trasiego intercontinental dio varias de sus presas al océano Atlántico, de ahí que está dedicada en buena medida a mostrar parte del rico cargamento de joyas, principalmente esmeraldas, con que iba cargada una embarcación que naufragó en el conjunto de pequeñas islas localizadas en el Golfo de México, conocidas como arrecife Alacranes. De momento, el naufragio se ha denominado “Ancla Macuca”, por la cantidad de monedas ‘macuquinas’ que contenía, y continúa la investigación del mismo.
Debido a la importancia de esta colección, que incluye 210 piezas de diversos tamaños, entre cruces, anillos, adornos para el manto de la virgen, una decena mondadientes, cuentas de rosario, medallas, escapularios, la mayoría elaborados en oro, son resguardadas en vitrinas de alta tecnología y se dispusieron 24 cámaras de vigilancia en el espacio de exhibición.
El recorrido del Museo de Arqueología Subacuática. San José El Alto, adscrito al Centro INAH Campeche concluye con la historia de otros naufragios ocurridos en los últimos dos siglos, XIX y XX, y pone énfasis en la protección del patrimonio sumergido, pues su principal amenaza son los buscadores de tesoros quienes sólo desean lucrar con los cargamentos. Es responsabilidad de todos mantener el equilibrio natural de estos sitios.
Cabe mencionar que en mayo pasado, a iniciativa de la arqueóloga Helena Barba Meinecke, miembro del Consejo Consultivo Científico y Técnico de la Convención 2001 de la UNESCO, este espacio fue distinguido como ejemplo de Buenas Prácticas en materia de protección, conservación y difusión del Patrimonio Cultural Subacuático.
En ese sentido, el museo cuenta con cédulas en braille, vídeos traducidos en lengua de señas mexicano y reproducciones de piezas, rampas de acceso, entre otros elementos, que facilitan su visita por parte de personas con discapacidad visual, auditiva y motriz.