“Afortunadamente”

Por Yuriria Sierra

La economía nacional se contrajo 2.4 por ciento entre enero y marzo, una cifra que no veíamos desde 2009, cuando la última crisis global. Hubo golpe, golpazo, pero “afortunadamente”, nos dicen, no fue como lo esperábamos. Con esta idea, casi podríamos decir que ni dolió, porque estábamos expectantes a una gran sacudida. La bondad de prepararse para lo peor, tal vez. Y, “afortunadamente”, el gobierno de México encontró en la pandemia la excusa para justificar la caída económica. “Afortunadamente”, tiene ya la explicación para cuando se revelen los indicadores financieros del trimestre dos del año y en los que habrá efectos más contundentes por la cuarentena. Si hoy el Inegi anota que las actividades económicas secundarias: manufacturas, construcción, minería y el petróleo fueron las más afectadas, ¿qué dirán en Palacio Nacional cuando el resultado de un confinamiento necesario, sin duda, dimensione la realidad y acaso el futuro?. ¿Qué dirán cuando sean (más) evidentes las razones para un plan de rescate que hasta hoy han evitado anunciar?

Las estimaciones a mediano plazo para final de año son aterradoras, una caída de dos dígitos al PIB mundial. La OCDE ya alertó esta posibilidad para sus países miembros: “Todos los países terminarán con déficits públicos altos que requerirán la colaboración de todos los sectores, el apoyo de los empresarios para la reconstrucción de los países, de los sistemas de salud, apoyo a educación, trabajadores, y tratar de construir sociedades para que estemos mejor preparados…”, dijo Gabriela Ramos, directora de la OCDE. También reconoció a aquellos gobiernos que han puesto en marcha planes de apoyo para todos los sectores económicos. Claro que esto último no va para nosotros, porque ya conocemos la historia.

México lleva varios trimestres con tendencia de decrecimiento. Cuatro para ser exactos. Los mismos de esta administración, si somos precisos. Y aunque siempre han recurrido al pasado, a los fantasmas de gobiernos anteriores como excusa, el tiempo corre y se nota cansado ese discurso. Hace unas semanas, en la que es ya una de las declaraciones del año, el Presidente aseguró que la emergencia sanitaria cayó como anillo al dedo para afianzar el plan de transformación. Tal vez por eso “afortunadamente” la caída de este último trimestre no fue como lo esperaban. Aunque matizan: “No es cantar victoria, porque viene lo más difícil, el trimestre de mayo, junio y julio, si se prolonga, agosto, septiembre, octubre, pero tenemos una estrategia. Ya decidimos no recurrir a deuda, no aumentar impuestos, no aumentar el precio de las gasolinas y fortalecer la política de austeridad republicana, apretarnos más el cinturón, ser mucho más estrictos en el combate a la corrupción, cero corrupción y cero impunidad…”, acotó desde Palacio Nacional. Nada nuevo.

El asunto es que un segundo brote de coronavirus está anotado ya en la agenda para los últimos meses del 2020. La OMS ha pedido a todos los países que la experiencia que vivimos hoy sirva para reducir el margen de efectos en el capítulo dos. Sin importar lo que hagan otros países, ¿nuestra economía irá en repunte cuando el nuevo episodio de COVID-19 llegue o sólo acelerará la caída estimada, incluso antes de la aparición del virus?. Información Excelsior.com.mx