Por Enrique Aranda
Al margen del resultado, siempre subjetivo, del debate de ayer entre aspirantes a la Presidencia resulta por demás claro que los partidos, todos, deberán iniciar el rediseño de sus respectivas estrategias con miras a incluir en las mismas los cambios que consideren necesarios pero, más aún, el previsible trabajo a aportar, o el daño a causar, por quienes aspiran a alguna de las gubernaturas, nueve, a disputarse en los próximos comicios, más el de quienes pujan por una curul en el Congreso federal (628), en una veintena de legislaturas locales (972) e, incluso, en más de un millar (1596) de alcaldías.
Y esto, porque si bien la casi totalidad de los candidatos a los más de 3,400 cargos de elección que estarán en juego el próximo julio ha sido definida ya, lo cierto es que, con la sola excepción de los aspirantes al gobierno en Guanajuato, Yucatán y la Ciudad de México, el resto de las campañas formales están aún por arrancar y, obvio, en opción de sumar y/o restar a sus respectivos abanderados nacionales, particularmente a los de las coaliciones partidistas: Andrés Manuel López Obrador, de Juntos Haremos Historia; José Antonio Meade Kuribreña, de Todos por México y Ricardo Anaya Cortés, de Por México al Frente.
Este sólo elemento, huelga decir, podría contribuir a modificar en tal forma la percepción ciudadana de voto en una entidad, distrito o municipio determinado, que los “grandes números” existentes en la actualidad sobre el cúmulo de sufragios a captar por los presidenciables en julio podría llegar a cambiar en forma por demás drástica… tanto, diría alguno, que en espacios determinados, la balanza podría inclinarse en uno u otro sentido, dependiendo del trabajo de los aspirantes locales.
Habrá, sin lugar a dudas, campañas en busca del voto que abonen en favor de una candidatura “mayor”, es verdad, pero también existirán, y no serán pocas ciertamente, que resten a sus abanderados a nivel estado y/o país. Ejemplos sobran: las candidaturas de no pocos impresentables que igual postula una que otra de las coaliciones, las de naturaleza dinástica, como las existentes en Veracruz, Zacatecas, Guanajuato u otras latitudes, por sólo citar un ejemplo claro de aquéllas que “no todos están de acuerdo en apoyar”.
A partir de este día, entonces, los cuartos de guerra de todos y cada uno de los aspirantes “grandes” deberán considerar los puntos a agregar por el acierto en campaña de sus aspirantes a cargos de menor relevancia, así como también los que deberán restar en un territorio o a un candidato en particular por los desaciertos de otros.
Así es esto, ni modo…
ASTERISCOS
* ¡De no ser tan relevante, movería a risa…! Hablamos de la reacción de no pocos panistas que, apenas conocen la decisión del gobernador Silvano Aureoles Conejo de retirar su apoyo a la candidatura de Ricardo Anaya para avalar la de José Antonio Meade no dudaron, alentados por el gris-gris Marko Cortés, en exigir que Por México al Frente cancele toda posibilidad de promoción ¡al medio hermano de aquel, Arturo García Conejo!
* Fuerza México, iniciativa del Consejo Coordinador Empresarial de Juan Pablo Castañón asumió la restauración de cuatro templos patrimonio arquitectónico de Puebla, dañados durante los sismos de septiembre: dos en Atlixco, uno en Huejotzingo y otro en la capital. El gobernador Antonio Gali y la secretaria de Cultura,Cristina García, atestiguaron la firma del acuerdo.
* En el Auditorio CompuSoluciones de Guadalajara, mañana, junto con la Coparmex-Jalisco, de Mauro Garza, la Fundación Carlos María Abascal Carranza, AC, que preside su hijo Rodrigo y dirige Carlos Pizano, presenta el libroUn cristiano en la vida pública, de María Luisa Aspe. Una obra hoy, diríamos, de obligada lectura para cinco mexicanos… ¡de uno en particular!
Veámonos el miércoles, con otro asunto De naturaleza política.
Twitter: @EnriqueArandaP
Información Excelsior.com.mx