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Alias Guacho

Por Pascal Beltrán del Rio

El 26 de marzo pasado, los periodistas ecuatorianos Javier Ortega, reportero, y Paúl Rivas, fotógrafo, así como el conductor Efraín Segarra, se dirigieron al poblado de Mataje, cantón de San Lorenzo, en la provincia de Esmeraldas, limítrofe con Colombia.

El propósito del viaje era realizar un reportaje sobre hechos de violencia ocurridos recientemente en la zona, como una emboscada, que dejó tres militares muertos, y la explosión de un carro bomba, cerca de una estación de policía, con un saldo de 28 heridos.

Mientras hacían el trabajo periodístico, los tres enviados del diario quiteño El Comercio fueron secuestrados por hombres armados, que se identifican como miembros del Frente Oliver Sinisterra (FOS), un desprendimiento de las FARC que no se acogió al proceso de paz en Colombia.

El 3 de abril, el grupo armado dio a conocer un video en el que se veía a Ortega, Rivas y Segarra abrazados y unidos por cadenas con candado al cuello. Uno de ellos dio a conocer las condiciones de los captores para liberarlos: un intercambio por tres integrantes del FOS, presos en Ecuador, así como el fin de la cooperación antiterrorista con Colombia. El destinatario del mensaje era el presidente ecuatoriano Lenín Moreno Garcés.

Nueve días después, el 12 de abril, se conocieron tres fotografías en las que aparecían sendos cuerpos sin que pudiera confirmarse si se trataba de los periodistas. El presidente Moreno dio 12 horas para que el grupo armado diera una prueba de vida de los secuestrados. Poco antes de cumplirse el plazo, el FOS hizo público un comunicado en el que confirmaba el asesinato de los comunicadores, que se habría dado luego de un intento fallido de rescate.

El viernes pasado, el presidente Moreno confirmó los hechos y acusó al FOS de no haber tenido nunca la intención de entregar a los periodistas, a pesar de los esfuerzos realizados por su gobierno para liberarlos. Asimismo, anunció que Ecuador ofrecía una recompensa de 100 mil dólares por información que ayudara a capturar a los responsables.

El líder del grupo ha sido identificado como Walter Patricio Arizala Vernaza, conocido en el mundo subversivo como Guacho.

Nacido en el poblado de Limones, Ecuador, en la frontera con Colombia, Guacho participó durante una década en la Columna Daniel Aldana (CDA), del Frente 29 del Bloque Sur de las FARC, una de las células subversivas que apoyó con mayor fuerza el proceso de paz, a pesar de ser también la que mayor relación tenía con el narcotráfico.

De hecho, la CDA, que llegó a estar integrada por 500 combatientes y estuvo activa en el departamento de Nariño, fue la primera en dejar las armas. Y no sólo eso: antes de la desmovilización, los propios guerrilleros ultimaron a Yeison Segura Mina, alias Don Y, líder de quienes se oponían al proceso de paz y que había mandado matar a otros miembros de las FARC por “sapos” (soplones).

En ese contexto surgió Guacho, que en octubre pasado declaró a la cadena colombiana RCN que él era del líder del Frente Oliver Sinisterra, formado apenas se firmaron los procesos de paz.

En octubre pasado, medio año antes de que se dieran los hechos de sangre que lo llevaron a ser conocido mundialmente, Guacho dijo a la periodista Ingrid Tovar que la firma de la paz se había hecho entre los jefes de las FARC y el gobierno y que se habían olvidado de “la tropa”.

El FOS es señalado por Bogotá como el grupo armado que cuida la ruta del traslado de narcóticos en el suroeste del país, que comienza en Tumaco, el municipio que concentra la mayor cantidad de sembradíos de hoja de coca en todo el país.

Y a pesar de que pende sobre su cabeza una orden de captura apoyada por los gobiernos de Ecuador y Colombia, los hombres de Guacho dieron a conocer ayer un secuestro más.

En un video, una pareja –identificada por el gobierno ecuatoriano como Óscar Efrén Villacís y Katty Vanessa Velasco– ruega al presidente Moreno que acceda a las exigencias de los delincuentes para que no les pase “lo que a los periodistas”.

Esta vez, Guacho exige la liberación de ocho miembros de su grupo, entre ellos su sobrino y jefe de seguridad, y el experto en explosivos de la organización, presos por la detonación de un coche bomba frente a la estación de policía de San Lorenzo.

Los miembros de las FARC se habrán desmovilizado y ahora mismo están haciendo campaña electoral en condiciones muy ventajosas, pero su ideología envenenada sigue campeando por las montañas y selvas de Colombia. Información Excelsior.com.mx

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