Por Ángel Verdugo
Soy de quienes piensa que las características de nuestro país obligan a los personajes públicos —políticos o empresarios—, a ciertas normas mínimas en materia de declaraciones acerca de éste o aquel tema y en general, a la forma de expresar públicamente ideas u opiniones. México es, números más números menos, la economía 15 del mundo por su PIB y por el número de habitantes, si no estuviere equivocado, seríamos el décimo primero.
El proceso electoral que llevará a millones de mexicanos a emitir su voto el 1/07/2018 en favor de candidatos a puestos de elección popular (Presidencia de República, diputaciones y senadurías, gubernaturas y diputaciones locales y presidencias municipales), es objeto de un seguimiento cuidadoso por parte de organizaciones internacionales, organismos multilaterales, centros de investigación y especialistas en inteligencia y por supuesto, por los gobiernos de nuestros principales socios comerciales, específicamente las áreas de inteligencia.
En pocas palabras, lo que hoy hacemos —lo bueno y lo malo como lo peor— en materia electoral, tanto los partidos y sus precandidatos como los ciudadanos y el INE y el TEPJDF, es seguido de manera sistemática y permanente por quienes ni nos imaginamos. En consecuencia, a los que participan de manera activa en el proceso electoral en curso, soy de la idea, les convendría cuidar sus declaraciones, tanto por lo que dicen como por cómo las dicen.
La objetividad y la precisión en lo que
dicen serían bien aceptadas por los ciudadanos; al mismo tiempo, lo dicho sería bien entendido por quienes, desde el exterior, siguen el proceso electoral en curso. Aclaro: En modo alguno pienso siquiera, que no pocos personajes folclóricos —por llamarlos de alguna manera—, enmudezcan para que no digan tantas tonterías. Lo que sí pediría, encarecidamente, es que antes de hablar pensaren lo que van a decir acerca de éste o aquel tema.
A la fecha, nadie se salva. Las barbaridades y promesas imposibles de cumplir pronunciadas por quienes ostentan un doctorado, sea éste en derecho constitucional o en economía, una licenciatura en derecho o en economía sin faltar dos ingenieros, muestran que no logran coordinar la neurona con las cuerdas vocales (Pliegues vocales dicen los que saben) y por lo mismo, sueltan cada disparate, que los reportes enviados a sus gobiernos o a las organizaciones donde se desempeñan son motivo de burla cuando no de preocupación por el nivel que dejan ver, no sólo por la forma, sino por las opiniones mismas. Doy tres ejemplos de lo que señalo.
Van pues:
1. Si tú planteas una amnistía en este sentido, pues estás aceptando prácticamente un narcoestado. El que dijo esto no es un ignorante del derecho, sino un doctor en derecho. ¿Acaso ignora que se trata de una LEY DE AMINISTÍA la cual sería una iniciativa del Ejecutivo, que el Congreso de la Unión debería aprobar o rechazar? (dejo de lado su sintaxis para no contribuir al ridículo).
2. En mi gobierno haré una cárcel especial para los corruptos y criminales porque son quienes más han dañado al país. Lo que esta tontería merecería, por lo menos, es que la Escuela Libre de Derecho la desconociere como egresada de su licenciatura en derecho.
3. Saquemos a los partidos políticos del país y van a ver cómo México volverá a ser de los ciudadanos. ¿Cómo sacar de un país un partido politico? Además, ¿qué país, de ser posible, lo aceptaría? Sí, acertó; el autor es el actual gobernador de NL.
¿Qué agregar? Nada.
Información Excelsior.com.mx