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El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador tiene, como todos los gobiernos, fallas y aciertos. Desafortunadamente, derivado de la división de los mexicanos que él mismo desde siempre se ha encargado de exacerbar y más a partir del día en que asumió su cargo, sus errores suelen ser amplificados por sus detractores y negados por sus seguidores mientras, que sus éxitos son magnificados por estos últimos e ignorados por los primeros.
AMLO invierte más tiempo en criticar, descalificar y confrontar a quienes discrepan de muchas de sus decisiones y acciones, y hace poco por propiciar un análisis sereno y objetivo de su administración.
No importa que al comienzo de cada mes en su conferencia de prensa presente, mediante gráficos y tablas, los que él considera los principales logros más importantes de su gobierno en el ámbito socioeconómico. Los datos que muestra se olvidan rápidamente, ya que después dedica gran parte de su conferencia a descalificar, criticar y agredir a sus adversarios, reales o percibidos.
Por ejemplo, el jueves pasado empleó los primeros 43 minutos de la conferencia para presentar los Principales Resultados Socioeconómicos al 31 de julio de este año y las casi dos horas restantes a diversos temas que incluyeron quejas sobre “la campaña de desprestigio en los medios de información”, a desestimar la opinión de quienes se han manifestado en contra de los libros de texto gratuitos y obligatorios, a cantar “Los Marcianos”, a criticar a los conservadores y ultraderechistas, a denunciar la cancelada reforma educativa que impulsó Enrique Peña Nieto, a recordar lo malo que fue el rescate bancario, a defender la expropiación petrolera de 1938, a comentar sobre las inmensas utilidades de la banca privada, a decir que Santiago Creel es “fino, exquisito, fifí”, a nuevamente afirmar que a Xóchitl “la escogieron los que se sentían dueños de México porque quieren regresar por sus fueros, quieren seguir robando”, a externar su admiración hacia Salvador Allende, a defender al cuestionado presidente colombiano Gustavo Petro y otras cosas.
Es notable que ninguno de los periodistas de verdad y de mentira presentes ese día lo cuestionara acerca de los resultados socioeconómicos que antes presumió, cosa que a él pareció no importarle porque lo suyo no es la economía sino el discurso populista que, hasta ahora, lo ha beneficiado.
Tal vez es hora de que Andrés Manuel dedique más tiempo y pasión en defender los logros concretos de su gobierno y menos en dividir a los mexicanos, porque las encuestas que miden su popularidad señalan un aumento en el número de personas que desaprueban su gestión, particularmente en áreas como el combate a la delincuencia y la gestión económica.
Una de estas encuestas, el AMLOTrackingPoll que realiza la encuestadora Mitofsky para el periódico El Economista, señala que el viernes pasado el 56.6% de las personas aprobaba la gestión del presidente y 43.3% no. Treinta días antes, 61.4% manifestó estar de acuerdo y 38.5% no estarlo.
Perder casi cinco puntos porcentuales en solo un mes debe preocupar al presidente, especialmente si en las siguientes semanas el AMLOTrackingPoll continúa reflejando una tendencia negativa en su aprobación.
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Información Radio Fórmula