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Año viejo y año nuevo

Por José Elías Romero Apis

Los placenteros días de mi Guadalupe-Reyes suelen complacerme con el clima de la tierra caliente, con el disfrute de la familia, con las charlas de sobremesa, con las comidas preferidas, con el descanso reparador, con la imaginación a rienda suelta, con la revitalización de las esperanzas y con el festival de los deseos.

Ya he compartido que en algún momento del día me acompañan los libros. Los que he leído. Los que están por ser leídos. Los que imagino que escribiré en el año que comienza.

Me gusta leer y me gusta releer. Entre los libros a los que ahora les tocó el turno de nueva lectura está El infinito en un Junco, una historia de 4 mil años sobre el libro como el pilar de la civilización humana, escrita por Irene Vallejo. Entre los que les volvió a tocar el turno de ser releídos está Memorias de Adriano, una historia de hace casi 2 mil años, escrita por Marguerite Yourcenar y que se seguirá leyendo durante los próximos dos milenios.

Decía Jorge Luis Borges que el placer de leer solamente puede ser superado por el placer de releer. Tenía razón el argentino. Suele suceder que la primera lectura nos concentra sobremanera en la trama, en la tesis o en el tema, según se trate de una novela, de un ensayo o de un tratado, respectivamente, haciéndonos relegar nuestra atención sobre el texto, el estilo o el carácter de la obra.

Solamente la “segundas” lecturas invierten el proceso. Ante un contenido ya conocido o ante un desenlace ya sabido, el repaso de los fragmentos que nos resultan predilectos nos permite decantar y analizar las diversas ideas del autor, la selección de sus palabras, la intención de sus mensajes y el diseño de sus construcciones literarias.

Hay fragmentos de obras que he leído más de cien veces a lo largo de la vida y puedo asegurar que la ocasión más reciente ha sido, hasta ahora, la más grata y fructífera de todas ellas. Mucho de lo que leí de joven me ha acompañado casi todos los días.

Por ejemplo, cuando en mi primera juventud leí La sombra del Caudillo, pensé que había leído un libro de historia. Una truculencia real, con hechos reales, con fechas reales y con personajes reales. Cuando lo releí en mi segunda juventud, creí que se trataba de un libro de política sobre cómo se llega a la presidencia nacional. Cuando lo leí en mi tercera juventud, me di cuenta de que se trataba de un libro de terror. Que si Álvaro Obregón no nos da miedo es que no hemos aprendido nada de la vida.

Por otra parte, les comparto las nueve recomendaciones paternas que me dieron para disfrutar la lectura y la relectura. Tenía razón el mexiquense y las practico en mi pequeño oasis sureño.

La primera, leer en español, uno de los lenguajes más bellos de Occidente. La segunda, hacerlo en un jardín aromatizado y no necesariamente en la biblioteca. La tercera, colocado bajo la sombra que proteja del sol del trópico húmedo. La cuarta, refrescar el ambiente y el sonido con el alboroto de un apantle o de una fuente de agua fresca que provenga del deshielo de las montañas.

La quinta, la sexta, la séptima y la octava son acompañar el libro con un poco de queso fino de La Mancha, con un vaso de buen vino del Mediterráneo, con una taza de café robusto de la América Latina y con un tabaco fresco de las Antillas. El noveno y último elemento tiene que ser un agregado personal y exclusivo. Para cada quien, la paz, la serenidad, la compañía, el confort, la hora, la indumentaria o, incluso, la ayudantía.

Yo tengo dos libros que viven en mi alcoba y siempre que salgo de viaje, se van conmigo. No me gusta que no me acompañen. Ellos son la Biblia y la Constitución de México. En ocasiones no se abren durante semanas, pero en otras me platican nuevamente mientras estoy en el reposo, en el avión o en el insomnio. Y, entonces, casi siempre se vuelven a cerrar ya con nuevas señales y con nuevas anotaciones.

Eso significa que ya nos dijimos cosas nuevas, pero con las mismas palabras, como lo hacen los viejos amigos.

Quiero agradecer a todos ustedes su generosidad en 2022 al mismo tiempo que desear que tengan mucha paz y que el 2023 los colme de bendiciones. Información Excelsior.com.mx

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