Por Adrián Rueda
A un mes de haber asumido al cargo, Jacqueline Rico presentó su renuncia como directora de Comunicación Social del Congreso de la Ciudad de México, luego de que la coordinadora de Morena, Martha Ávila, intentó obligarla a justificar gastos que no ha hecho.
En mancuerna con Donají Olvera, diputada por Xochimilco, la iztapalapense Ávila ordenó a Rico despedir esta quincena a ocho personas de Comunicación Social, a fin de que ambas diputadas pudieran disponer de esas plazas.
La urgencia de despedirlas ayer era que, por acuerdo interno, después del 20 de noviembre no se podrá contratar a nadie en lo que resta del año; ellas dicen tener varias plazas comprometidas.
No importa que los despedidos demanden, pues las diputadas calculan que, para cuando se resolviera el asunto, le correspondería atenderlo a la legislatura que viene.
La renuncia de Jacqueline comenzó como un rumor el jueves, cuando se corrió la versión de que estaba siendo presionada para firmar varios documentos que justificarían gastos millonarios en Comunicación Social que se hicieron antes de su llegada.
Y como esos recursos —cuyas cifras alcanzan los seis ceros— terminaron en manos de diputados y no están sustentados en ningún documento, quieren cargárselos a la nueva directora, quien se negó a ello y el viernes presentó su renuncia, con fecha al 30 de noviembre.
La renuncia todavía no ha sido aceptada, pues el resto de los diputados de Morena, y de la oposición, están muy interesados en saber antes el destino de los faltantes, y cómo es que gente muy cercana a algunos legisladores ha sido dada de alta en esa área.
Uno de ellos es Raúl Salgado, hijo del diputado Rigoberto Salgado —exdelegado en Tláhuac—, quien desde la quincena pasada fue inscrito como “jefe de diseño”, pero nadie lo conoce, pues es un aviador.
Tanto Ávila como Donají han manifestado que les interesa quedar bien con Rigo, quien se hizo famoso cuando fue relacionado por las autoridades con El Ojos, capo del crimen organizado abatido por la Marina en Tláhuac, cuando él era el delegado.
Otra plaza que las diputadas de Morena dispusieron fue la de Coordinadora B, que se la dieron a Lidia Arce, una mujer cercanísima a Carlos Castillo, exbejaranista que sueña llegar a Coyoacán.
Para hacerle lugar a Arce, la propia Donají ordenó ascender a Cristian Daza —otro aviador que ha transitado algunas legislaturas— a Coordinador A, para que gane más… por supuesto, sin trabajar.
Respecto a los gastos millonarios que quieren cubrir, éstos se hicieron durante el interinato de Jorge Navarijo en Comunicación Social. Los diputados los usaron para beneficio personal y ahora les urge justificar ese robo.
El lema que los morenos presumen es “no mentir, no robar y no traicionar”, pero en realidad son mentirosos, rateros y traicioneros… al menos los de Donceles.
CENTAVITOS
Parece que la sola mención de Leonel Luna pone los pelos de punta a los morenos de Álvaro Obregón, pues ante sus claras intenciones por contender para alcalde en 2021, la mismísima alcaldesa Layda Sansores le dedicó un videíto en redes acusándolo de cínico y corrupto. La pelirroja no tuvo que esperar mucho su respuesta, pues también en redes se comenzó a difundir que la Auditoría Superior de la CDMX la metió en el mismo costal que cinco alcaldes morenistas que, en conjunto, tienen extraviados 107 millones de pesos. A la campechana le piden aclarar, por ejemplo, cómo es compró una pipa de agua en 22 millones de pesos. Ah, y que si lo puede hacer antes de que abandone Álvaro Obregón y se vaya a engatusar a sus paisanos a Campeche. Información Excelsior.com.mx