Por Yuriria Sierra
“Estuvimos a punto de aprobar una Ley de Austeridad que sirviera a México, pero ganó el estómago, compañeros. Desafortunadamente, en vez de sacarla bien y con el consenso de todos los grupos parlamentarios, se prefirió sacarla rápido. ¿Queremos que haya un gasto público honesto y transparente? Desde luego que sí, no nos hagamos bolas, es lo que queremos; pero si algo nos han dejado estos últimos siete meses de trabajo es que los cómo sí importan y el cómo propiciar la austeridad importa (…) Estamos ante una austeridad que viola la Constitución, una austeridad que viola las leyes, una austeridad que, por ejemplo, pasa por encima del Art. V de nuestra Carta Magna, que dice que a ninguna persona podrá impedírsele que se dedique a la profesión, industria, comercio o trabajo que le acomode siendo lícito. Estamos también, compañeros, ante una Ley de Austeridad que viola la división de poderes en la cual se basa nuestra República y que, además, viola la autonomía de los órganos autónomos. ¿Y saben qué? Estamos aprobando una Ley de Austeridad que va a afectar negativamente a los 1.4 millones de servidores públicos, porque no distingue grados de responsabilidad (…) Hay que hacer las cosas bien para no regarla. Reitero, los cómo sí importan (…) Por las prisas y la imposición se sacrificó un acuerdo con toda la oposición para que saliera una ley que trabajamos junto con el gobierno con la mejor de las intenciones y en el mejor de los ánimos…”. Lo dijo Vanessa Rubio poco después de las 3 de la madrugada de este martes. El mensaje es contundente: la voluntad de hacer política como debe hacerse estuvo ahí, como pocas veces lo hemos visto, como pocas veces se atreven los legisladores, como pocas veces somos/son capaces de reconocerlo. Como se necesita en un país que urge por un compromiso político real.
Sin embargo, casi cuatro horas después de que la senadora Rubio anunciara que la bancada del PRI se abstendría en la votación, la Ley de Austeridad Republicana fue aprobada en lo general. A las 6 de la mañana con 41 minutos, otra más de las promesas de campaña de Andrés Manuel López Obrador tomó forma. Apenas una noticia para cerrar su algarabía por la celebración del año de la elección.
Además de lo detallado por el Revolucionario Institucional, a la ley aprobada opositores le hacen otra observación que, al hablar de un gobierno que busca ser ejemplo de transparencia, pone en duda los alcances de lo propuesto: en el artículo 61 faculta al Presidente para que decida él, y sólo él, el destino de los recursos generados mediante el ahorro.
Que los funcionarios ya no tengan seguros de gastos médicos y de vida o elementos de seguridad pagados con el erario; que se eliminen ya, oficialmente, las pensiones a los expresidentes; o que se prohíba el nepotismo hasta el cuarto grado de parentesco, serán acaso los puntos más rescatables. La controversia estará en el grado de discrecionalidad con que se manejen y asignen los recursos, así como en el terreno de la rendición de cuentas. Que se prepare la Corte, pues parece que la oposición pondrá en sus manos el futuro de esta ley. Información Excelsior.com.mx