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El operativo para recapturar al hijo de “El Chapo” no se puede considerar quirúrgico, impecable y sin consecuencias, sino todo lo contrario.
Sí hace tres años, dos meses y cinco días, Andrés Manuel López Obrador justificó la orden de liberar al narcotraficante que humilló al gobierno y al Ejército, para evitar un baño de sangre, ¿cómo entender ahora que la recaptura del joven Ovidio, convertido por el gobierno en leyenda, haya sido a balazos y costado 30 vidas, las de diez militares, un policía estatal y las de 19 delincuentes; 52 heridos, 35 militares y 17 policías; 21 detenidos; 250 autos robados e incendiados y al menos 19 narco bloqueos, balaceras… y para la población, una jornada de caos y terror?
¿Por qué esta vez no hubo abrazos sino balazos?
¿Será que “El Ratón es el muñeco de la rosca de Reyes para el presidente Biden ante su inminente visita?
Apunte que el hijo de “El Chapo” ha sido un próspero empresario exportador de fentanilo, la droga que más mata. Solo en 2021 fueron 71 mil estadunidenses.
La casualidad es imposible; el miedo no anda en burro. Información Radio Fórmula