Por Jorge Fernández Menéndez
Soy un firme convencido de la exigencia de preservar la autonomía de los órganos autónomos. Uno de los símbolos de cualquier autoritarismo, de derecha o izquierda, es acabar con los equilibrios externos, con las instituciones que permiten que el Estado no funcione al capricho del gobernante en turno.
En ese sentido, pocas instituciones autónomas son más importantes que el Banco de México. La estabilidad que la autonomía del Banco de México le ha dado a la economía del país es indudable y, más allá de aciertos y errores, esa autonomía debe ser preservada. Todos los bancos centrales de todas las democracias son autónomos y todos los autoritarismos, ahí está el caso de Trump, quieren acabar con esa autonomía porque la misma les pone límites a su poder.
Pero para preservar esa autonomía las propias instituciones deben velar por ella acabando con privilegios y abusos. Con la autonomía sucede algo parecido a lo que ocurre con el fuero parlamentario: el fuero no es una patente de corso para delinquir y estar por encima de la ley. Ni el fuero ni la autonomía son privilegios, son derechos que se deben sustentar en la responsabilidad de quienes los gozan. Abusar de ellos, paradójicamente, otorga los más sólidos argumentos a los autoritarios que quieren acabar con ellos.
Lo cierto es que, más allá de su desempeño financiero, el Banxico ha abusado de su autonomía, creando y ocultando privilegios en materia salarial y pensionaria. No entraremos en el debate sobre si algún funcionario público debe ganar o no más que el Presidente de la República: entiendo que existen labores que requieren de profesionales de alta gama que deben cobrar salarios adecuados a su labor. Actualmente, el gobernador del Banxico y los cuatro subgobernadores ganan más que el Presidente: el gobernador Alejandro Díaz de León percibe un sueldo neto de 247 mil 862 pesos y los subgobernadores reciben mensualmente unos 240 mil pesos. Además de la Junta de Gobierno, 88 servidores públicos del banco central cuentan con un salario mayor a los 108 mil pesos, entre los que se encuentran los cuatro directores generales, que ganan 176 mil pesos. No lo discuto.
Pero ésos no son los ingresos y los beneficios reales. Algunos de los exempleados con jubilación (o que se retiraron después de cumplir su periodo en el banco, aunque no estén aún en edad de retiro) también reciben pensiones mayores a 200 mil pesos libres mensuales. Es el caso de los exgobernadores Miguel Mancera Aguayo y Guillermo Ortiz Martínez, quienes reciben mensualmente 283 mil y 227 mil pesos libres, respectivamente. Ambos, después de su responsabilidad, han desarrollado por años importantes actividades privadas. Algunos exsubgobernadores, como es el caso de Ariel Buira Seira y Jesús Marcos Yacamán, llevan más de dos décadas recibiendo pensiones que ascienden a unos 190 mil pesos mensuales. Lo mismo ocurre con funcionarios que no fueron miembros de la Junta de Gobierno, pero que reciben pensiones superiores a los 200 mil pesos, como Enrique Trueba Méndez de Vigo, Francisco Gerardo Rueda Rábago y Fernando Liceaga Rodríguez. Unos y otros en activo.
Ernesto Zedillo, el expresidente de la República, que trabajó en Banxico como director del Fideicomiso para la Cobertura de Riesgos Cambiarios y como subdirector de la institución entre 1978 y 1987, recibe una pensión de unos 130 mil pesos, más otros 750 mil pesos por concepto de bonos, aguinaldos, compensaciones y pago de servicios: su pensión mensual supera los 880 mil pesos y, por supuesto, es independiente de cualquiera de los ingresos que puede recibir del sector público o privado. Hay pensionados de Banxico que han desempeñado cargos públicos percibiendo, además de su pensión, el respectivo salario, ése fue el caso de Francisco Gil Díaz, y sería actualmente el de Juan Pablo Graf Noriega, presidente de la CNBV. No estamos hablando de cifras menores: el Fondo de Pensiones de Banxico desembolsa más de 68 mdp al mes en pensiones por retiro para más de 3 mil 400 exempleados. Una auditoría realizada al Fondo en una fecha tan lejana como 2010, estimaba que los activos totales del mismo eran de 34 mil 382 mdp.
El manejo es discrecional. El gobernador del Banxico puede otorgar pensiones anticipadas, antes de que se cumplan siquiera 50 años: entre 2000 y 2016, los anteriores gobernadores, Guillermo Ortiz y Agustín Carstens, otorgaron 111 pensiones bajo esta modalidad. Y en caso de que el jubilado con pensión vitalicia muera, su viuda, hijos o padres pueden seguir cobrándola. Cuando se reclama información sobre esos movimientos, se niega porque se argumenta que ello pondría en riesgo la seguridad de los exempleados.
Por supuesto que debe haber pensiones, pero, ¿no cree usted que las mismas deberían ser, por lo menos, proporcionales al periodo de tiempo laborado, a la edad, la carrera, al hecho de que se sigan generando o no ingresos en el sector público o privado? Entiendo que, como sucede con los magistrados, los salarios altos se establecen con el argumento de que las presiones económicas no influyan en las decisiones de esos altos cargos. Pero yo no recuerdo que un presidente de la Corte al terminar su labor haya montado un despacho para litigar, fuera de que suelen retirarse ya mayores.
Para preservar la indispensable autonomía del Banco de México debe haber transparencia en sus manejos internos y acabar con la discrecionalidad y los privilegios que generan opacidad y se convierten en los peores enemigos de esa autonomía. Información Excelsior.com.mx