SAN JUAN.
Luego de que el huracán María azotara Puerto Rico, la mayoría de sus 3.4 millones de habitantes batallan para encontrar agua potable, mientras que los expertos están preocupados por la amenaza de una crisis sanitaria.
Pese a que las autoridades federales y los militares incrementaban sus tareas de ayuda, muchos de los residentes mostraron su desesperación por la prolongada falta de electricidad, el suministro estable de agua potable y productos básicos.
Los camiones con agua que suministra el gobierno eran asediados por la gente. “Es el primer tanque que han traído hasta aquí (…) Por eso es que hay esta conmoción, para poder sobrevivir”, dijo Juan Cruz, un carpintero que ayudaba a llenar recipientes con agua en el municipio nororiental de Canóvanas.
Muchos puertorriqueños hacían filas para obtener algo del escaso suministro de combustible disponible para hacer funcionar generadores, porque el sistema eléctrico de la isla sigue caído tras el azote de María la semana pasada.
Puerto Rico obtiene la mayor parte del combustible de EU, pero uno de sus dos grandes puertos está cerrado y el otro sólo opera de día.
El gobernador de la isla, Ricardo Rosselló, pidió al gobierno de Donald Trump que levante temporalmente la ley que exige que todos los bienes que provengan de puertos estadunidenses tengan que ser transportados en barcos de esa bandera. El mandatario republicano no ha atendido hasta ahora a esa solicitud.
En tanto, la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA) ofrece en su página web un apartado para disipar “falsos rumores” que circulan por internet y en las redes sociales sobre su trabajo de ayuda en Puerto Rico.
OTRA VEZ ES HURACÁN
María se convirtió ayer de nuevo en huracán al alcanzar vientos máximos sostenidos de 120 kilómetros por hora, mientras se aleja de la costa sureste estadunidense, informó el Centro Nacional de Huracanes (CNH).
El fenómeno se encuentra a unos 265 kilómetros al este de Cabo Hatteras, en Carolina del Norte.
No se han reportado lesionados, pero el nivel de la marea subió por la tormenta, lo que erosionó playas e inundó propiedades y la autopista 12, la única carretera que pasa por las angostas islas barreras de Hatteras y Ocracoke.
Los ferrys no estaban trabajando, recortando el acceso a Ocracoke, y dado que partes de la carretera estaban inundadas incluso con marea baja, todos los viajes a Hatteras siguen siendo peligrosos, dijo en un mensaje electrónico el director de la Agencia de Manejo de Emergencias del Condado Dare, Drew Pearson. Información Excelsior.com.mx