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Calentamiento global es un problema ambiental, pero también económico

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Roma, Italia. – “Encrucijada Climática: Políticas Fiscales en un Mundo que se Calienta” es el informe que ayer presentó el Fondo Monetario Internacional (FMI), en donde evalúa las políticas de mitigación en diferentes países y presenta el “trilema” que enfrentan los formuladores de políticas: equilibrar la consecución de objetivos climáticos, la sostenibilidad de la deuda y la viabilidad política. Según el informe, la única manera de lograr estos objetivos conjuntos es a través de una combinación cuidadosamente calibrada de políticas basadas en ingresos y gastos climáticos, la sostenibilidad de la deuda y la viabilidad política.

El informe anota que el sector empresarial enfrenta una realidad contundente: 2023 será el año más cálido jamás registrado. Esto no es solo una preocupación ambiental; es una económica. El impulso global hacia la sostenibilidad está reconfigurando las industrias, presentando tanto desafíos como oportunidades para los empresarios.

Añaden los expertos del FMI que la economía global está en una encrucijada. Por un lado, está la creciente presión de una alta deuda, tasas de interés en aumento e incertidumbre en el crecimiento. Por otro, hay un impulso innegable hacia prácticas sostenibles. Para las empresas, esto significa navegar un equilibrio delicado. Invertir en iniciativas verdes, aunque loable, puede tensionar presupuestos ya ajustados. Pero, dado que la demanda del consumidor por productos y prácticas sostenibles crece, no invertir podría resultar más costoso a largo plazo.

Una solución que está ganando adeptos es la fijación de precios al carbono. El concepto es simple: si contaminas, pagas. Para las empresas, esto significa un costo adicional, especialmente para industrias con huellas de carbono significativas, pero también es una oportunidad. Las primeras en innovar y adoptar tecnologías verdes no solo podrían compensar estos costos, sino también obtener una ventaja competitiva.

Para las economías emergentes, las apuestas son aún más altas. Muchas son ricas en recursos naturales, incluidos los combustibles fósiles. A medida que la economía global se inclina hacia las energías renovables, enfrentan posibles pérdidas de ingresos. Sin embargo, tienen la oportunidad de superar tecnologías más antiguas y contaminantes, posicionándose como líderes en la economía verde. Para las empresas, esto significa mercados sin explotar y oportunidades para inversiones sostenibles.

¿Cómo pueden las empresas navegar este panorama complejo? Un enfoque multifacético es clave. La fijación de precios al carbono, aunque importante, es solo una herramienta en el arsenal. Las empresas también deben explorar subsidios verdes, alianzas y modelos de negocio innovadores.

Las empresas tienen un papel crucial en impulsar la innovación tecnológica. Con los incentivos adecuados, pueden liderar el desarrollo y adopción de tecnologías bajas en carbono.

El informe del FMI concluye que el cambio climático no es solo un problema ambiental; es un problema empresarial. Las empresas que lo reconozcan y se adapten no solo sobrevivirán, sino que prosperarán. Aquellas que no lo hagan corren el riesgo de quedarse atrás. En esta nueva era empresarial, la sostenibilidad no es solo una palabra de moda; es una necesidad.

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