Celso Piña creó piezas musicales que hoy forman parte de un invaluable legado musical, que ha dejado como herencia artística no solo a sus familiares, sino también a sus millones de seguidores. El llamado “Rebelde del Acordeón” alegraba los corazones al tocar su fiel compañero, su acordeón. Su música hacía bailar a todos, incluso al gran Gabriel García Márquez, el querido Gabo.
Todo ocurrió el 2 de septiembre de 2003 en la ciudad de Monterrey, Nuevo León, en el Museo de Arte Contemporáneo. El escritor y periodista colombiano, ganador del Premio Nobel de Literatura, era un amante de la música.
En 2014 Celso Piña habló con el periodista Gustavo Adolfo Infante sobre aquel día que el ilustre maestro de la letras bailó al sonar de su acordeón. “Fue algo inesperado, no fue buscado, fue inesperado para él y para mí. La razón es que cada vez que él iba a presentar alguna de sus obras, a algún museo, le llevaban música de acordeón, pero alguien de por ahí se le ocurrió hablarme. Me dijeron ‘oye, Celso, ¿no te gustaría venir a ambientar el museo Marco?, viene García Márquez. Yo tenía unos 4 o 5 días libres, al otro día le hablé a mi hermano y llegamos, me pusieron en una esquina, probamos audio y me dijeron que tocara”.
“Yo estaba tocando, cuando se abre de repente la cortina mágica y se viene la bola de gente, y en medio, el maestro. Seguí tocando, entró el maestro con la crema y nata de Monterrey. Le indican su mesa, y antes de llegar a su mesa, voltea a donde estábamos nosotros, se nos queda mirando, siguió caminando, llega, sienta a la esposa y él se va en medio del salón”, comentó el artista mexicano.
Gabriel García Márquez se desabrochó el último botón de la americana que traía puesta y se puso a bailar.
Posteriormente Gabo tomó de las manos a Celso Piña y le dijo:
‘Celso, gracias por poner muy en alto nuestro folclor musical y procura ser siempre un buen hombre’. Fue algo que se me quedó en la cabeza siempre y nunca lo había dicho Información debate.com.mx