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El ataque presidencial contra la UNAM no es nuevo, viene desde el inicio del sexenio; dejémonos de “choros mareadores”, Andrés Manuel López Obrador quiere desestabilizarla para luego poder controlarla.
Por eso, el caso de la ministra “Xerox” Yasmín Esquivel, terminó por caer como anillo al dedo al inquilino de Palacio.
Me explico.
López Obrador ya está curtido, otro escándalo de sus cercanos ya no lo afecta a él, pero sí a Enrique Graue quien vive sus últimos meses al frente de la UNAM, eso lo hace vulnerable ante las luchas internas y externas por el poder, momento ideal para redoblar los ataques y tenderle una trampa mortal.
Mire, el rector enfrenta por un lado el linchamiento de la sociedad por no invalidar el título de Esquivel Mossa, aunque carezca de facultades para ello.
Por otro lado, tiene el golpeteo y presión presidencial para anular el título “patito”, lo cual implicaría una ilegalidad y se pondría de “a pechito” para hacerlo pedazos, incluso judicialmente y de paso sumir a la UNAM en la ansiada crisis para controlarla como quien le quita el dulce a un niño.
No, el “choro mareador” no es el de Enrique Graue, si no el del presidente, sabedor de que Yasmín Esquivel no tiene razón para preocuparse, gracias a las carencias legales para sancionarla y atiza el fuego verbal contra Enrique Graue, quien si no actua quedará marcado de por vida y si lo hace, habrá mordido el anzuelo.
¿Entonces, quién es el rey del “choro mareador”?
Información Radio Fórmula