Por Pascal Beltrán del Rio
El Instituto Nacional Electoral (INE) está a punto de llevar a cabo una de las mayores operaciones de campo que haya realizado el Estado mexicano: visitar en su domicilio a más de 11 millones de ciudadanos, integrantes de la lista nominal de votantes, para de ahí capacitar y seleccionar a 1.4 millones de funcionarios de casilla que serán los encargados de conducir la parte culminante del proceso electoral, es decir, recabar y contar los sufragios que depositarán los electores en las urnas el domingo 1 de julio.
La desconfianza con la que se ha construido el sistema electoral mexicano tiene sin duda una parte perniciosa, como el exceso de reglas y los enredos de procedimiento. Sin embargo, hay que reconocer que la parte más noble del proceso es la que involucra a los ciudadanos de a pie, que llevan muchos años participando de forma desinteresada.
Una prueba de que los mexicanos sí creen en su democracia —aunque puedan tener una visión muy crítica del sistema de partidos— es que cada tres años cientos de miles de ellos son nombrados funcionarios de casilla, quienes dedican muchas horas de su tiempo a capacitarse para llevar a buen término la parte más importante del proceso electoral: organizar los centros de votación y recibir y contar los sufragios de los mexicanos.
El miércoles se echó a andar este proceso con el sorteo del mes de nacimiento de los funcionarios de casilla potenciales, que resultó ser febrero. Posteriormente, se sorteará la primera letra del apellido de quienes serán considerados.
Con esos dos datos, el 4 de marzo se realizará una primera insaculación para sacar a 13% de los ciudadanos incluidos en la lista nominal de votantes en cada una de las secciones electorales en que se divide el país. Éstos son, en total, unos 11.5 millones de individuos que serán visitados en su domicilio.
De no alcanzarse el porcentaje referido, se echará mano de quienes hayan nacido en marzo y cuyo apellido comience con la siguiente letra del abecedario hasta alcanzar el total que se requiere.
La capacitación correrá a cargo de alrededor de 45 mil personas, que serán contratadas por el INE de entre 162 mil que respondieron a una solicitud de empleo temporal.
En esta ocasión se integrarán mesas directivas para cerca de 156 mil centros de votación. Habrá casillas únicas para estados con elección federal y comicios locales concurrentes, cuyas mesas directivas las formarán seis propietarios y tres suplentes, es decir, nueve funcionarios en total. En dos estados, Nayarit y Baja California, donde sólo habrá votaciones para cargos federales, ahí las mesas directivas serán de cuatro propietarios y tres suplentes.
Serán en total, pues, 1.4 millones de funcionarios, cuyos nombres saldrán de una segunda insaculación, que se realizará el 8 de mayo.
Nadie puede saber, a estas alturas, los nombres de esas personas, pues serán sorteados entre quienes hayan cumplido con los requisitos —entre ellos, saber leer y tener la credencial para votar vigente— y hayan pasado por la capacitación.
Una vez sorteados los nueve o los siete funcionarios (dependiendo del tipo de casilla de que se trate), los cargos específicos en la mesa serán designados de acuerdo con el grado de escolaridad de cada uno de ellos, de modo que el presiente del centro de votación será quien mayor instrucción tenga.
Es decir, el sistema para integrar las mesas directivas de casilla tiene suficientes candados para derrotar cualquier tipo de escepticismo.
Está garantizado, a todas luces, que entre los funcionarios habrá militantes o simpatizantes de todos los partidos, así como personas sin afiliación o simpatía políticas.
Por si fuera poco, los partidos podrán tener, como siempre, representantes en todas las casillas.
Claro, eso no ha obstado para que se lance contra esos funcionarios la grave acusación de que han sido cómplices en la comisión de fraudes electorales.
Pero quien lo hace necesariamente obra de mala fe, pues un fraude generalizado implicaría poner de acuerdo a cientos de miles de personas cuyos nombres sólo se conocen menos de dos meses antes de las elecciones y que sólo tienen en común celebrar su cumpleaños el mismo mes y tener un apellido paterno que comience con la misma letra del abecedario.
Ojalá que esta vez no existan esas acusaciones absurdas y que todos los que no vayamos a ser funcionarios de casilla (seguramente será mi caso, pues nací en abril) honremos a esos ciudadanos que dedicarán su tiempo a favor de algo que es fundamental para la vida democrática del país —es decir, para todos los demás— y que, encima de todo, lo harán sin paga. Información Excelsior.com.mx