La Plaza de Santo Domingo y la Secretaría de Educación Pública tienen en común algo más que la calle que comparten. En ambos lugares se expiden certificados de secundaria, preparatoria y hasta universitarios. A la derecha de República de Brasil son originales, tras años de estudio. A la izquierda son falsos, y sólo se necesitan unas horas y dinero
Tomás es uno de los cientos de falsificadores que trabajan en la zona y accedió a mostrar para Despierta con Loret la forma en la que opera. Tiene su despacho propio, que no es más que una computadora y una impresora multifuncional.
Cinco años en el negocio le han dado la experiencia para, en 15 minutos, convertir a cualquier persona en un profesionista.
“De todo, más se venden los certificados de secundaria, de preparatoria para buscar trabajo, la gente, la mayoría no acabó ni la secundaria y aquí lo vienen a conseguir”; explica Tomás.
“Un título te puede costar hasta los 7 mil, 8 mil pesos, un pasaporte hasta 10 mil pesos, certificado hay menor hasta 2 mil pesos, según como veas a la persona, ¿no?”
En una memoria USB guarda los formatos de distintas universidades que con el tiempo ha ido acumulando.
“Por semana puedes hacer hasta unos 10, bueno yo, puede haber compañeros que pueden sacar hasta mucho más, que les vaya mucho mejor, ¿no?”, afirma Tomás.
Los datos que carga en cada documento sí existen, pero pertenecen a otra persona. “Se buscan por internet, tú le preguntas al cliente de dónde lo quiere, del Estado (de México), del Distrito (Federal) y ya él te dice y ya más o menos de qué estado lo quiere”.
Tomás explica cómo borra el nombre de la carrera y cómo pone el nuevo. “Ponemos el nuevo, ahí está ya; ya no eres licenciado en Comunicación, ahora eres licenciado en Administración de Empresas”.
“Estos ya son los sellos, sale sellado, foliado, con todo, ya lo demás se llena a pluma, falta lo de enfrente para poner la foto y todo”, detalla Tomás.
El joven que se dedica a falsificar documentos explica que con Photoshop te ponen el traje y corbata. “Cuando un cliente viene y no trae fotos, porque venías así, ya se le pone el traje, corbata, camisa y todo para que sea así”.
La foto se pega y se imprime un sello sobre ella y el resto de la hoja, conocida en el negocio como piel de cochino. El último paso es cortar los timbres de profesión impresos en papel adhesivo y pegarlos.
“Así ya quedó tu título, con todos los candados de seguridad, con los dos timbres, sello, folio y todo”.
Tomás dice que ha sido detenido cuatro veces en los operativos contra la falsificación de documentos, delito considerado federal, pero asegura que hay una forma de seguir en el negocio.
“Solamente que hagas bisne con los policías antes de llegar al Ministerio Público o en el Ministerio Público te pueden. Puedes salir, puedes salir ahora sí que con un dinero ¿no? Unos 50 mil, 60 mil pesos para que ya te dejen salir y no te vayas al reclusorio”.
El negocio no es exclusivo de títulos o certificados escolares. Se extiende a facturas, actas de nacimiento, bautizo, matrimonio y credenciales para votar que alcanzan un costo de 2 mil 500 pesos.
-¿Cómo te apellidas?, pregunta Tomás al reportero de Despierta con Loret.
Ochoa Huerta.
-Claudio, ¿no? Ahí está ya, Ochoa Huerta Claudio, y dejamos esta, que vives en el Distrito Federal, tu edad 30 años.
¿La edad también se la puedes modificar?
-Sí ¿qué edad quieres tener?
25 años
-25 años, y aquí ya quitamos la foto.
¿Qué piensas de tu oficio, de la gente que hace esta chamba?
-Yo digo que no está ni bien ni mal, ¿no? la gente lo necesita.
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