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¿Cómo reaccionan en otros países los seguidores del triunfador?

Por Ángel Verdugo

En los tiempos que corren, dados los avances tecnológicos que son parte ya de la normalidad cotidiana, nos podemos enterar de los acontecimientos que se registran en cualquier rincón del planeta, casi en tiempo real.

Trátese de un desastre natural, del estallido de una crisis financiera, un golpe de Estado o de la masacre de ciudadanos por parte de un gobierno dictatorial, como el nicaragüense, o los resultados de una elección; decenas de millones de interesados en un buen número de países se mantienen al tanto de lo que sucede en el mundo, sea mediante un teléfono o una tableta, no se diga ya con una computadora.

Es así como los habitantes de un país que no disfruta las ventajas de la democracia —por limitada e imperfecta que sea— pueden enterarse al instante de qué y cómo piensan los electores de la victoria de su candidato, y qué los simpatizantes del derrotado en cuanto cierran las casillas. Esto, en muchos países, más de los que a veces pensamos, es parte de la normalidad noticiosa.

De la misma manera, uno puede conocer, sin dificultad alguna, la conducta de los seguidores de uno u otro candidato al leer lo que escriben algunos de los que se atreven a criticar a su favorito en los espacios que hoy, con total facilidad, permiten lo que hemos dado en llamar las redes sociales.

Las expresiones de quienes participan en espacios dicen mucho, no únicamente de quienes en esos espacios participan activamente, sino también del país mismo. De la misma manera, es posible advertir qué nivel de cultura democrática priva en este o aquel país, mediante el seguimiento en alguna red social. Entiendo y acepto las limitaciones que un análisis así tiene, sin embargo, acepto también que, por encima de aquéllas, es un buen indicador.

Por otra parte, ¿qué conclusión podría uno elaborar al leer los tuits intercambiados entre los seguidores y los críticos de algún candidato acerca del nivel de civilidad de esa sociedad y de la tolerancia hacia el que piensa diferente? ¿Podríamos hacerlo o, dadas las limitaciones obvias del ejercicio, desecharlo por incompleto?

Veamos lo que sucede hoy, por ejemplo, en México, una vez que hemos celebrado la elección el domingo 1 de julio. Olvidemos por un momento el ambiente de rijosidad y linchamiento verbal, así como las amenazas proferidas en contra de quienes no simpatizaban con López y se atrevían a manifestarlo, para centrarnos en lo que estamos viendo en estas poco más de tres semanas desde el día de la elección.

Dado lo que vemos y escuchamos del candidato triunfador y sus cercanos, lejos de generar confianza en una gobernación responsable e inteligente, tenemos lo contrario; por una parte, ocurrencias sin lógica y sentido alguno, aunadas a la irresponsabilidad en materia de finanzas públicas, y por la otra, un grupo de inexpertos que, cual jovencitos cuya planilla obtuvo la victoria para elegir al presidente de la nueva sociedad de alumnos en alguna escuela preparatoria, se comportan como niño con juguete nuevo y lanzan ideas descabelladas con pretensiones de grandes propuestas. Y lo peor, la cascada de insultos y amenazas que supera lo visto durante la campaña.

¿Ése es el comportamiento que vemos entre los simpatizantes del candidato triunfador en otras latitudes? Además, ¿una conducta como ésa es lo que procede para sentar las bases de una gobernación tolerante e incluyente? Si por la víspera sacamos el día, ya podemos imaginar lo que nos espera.

¡Pobre país!

Información Excelsior.com.mx

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