Por Ángel Verdugo
Un área de la gobernación del nuevo gobierno que permanece en el misterio casi total, producto del enmudecimiento de López y de su equipo, es el relativo a las relaciones con el exterior. Si bien éstas son de una variedad y complejidad tal que debería ser una de las principales prioridades del gobierno mexicano, a la fecha, poco o nada sabemos de lo que piensa López al respecto.
Lo que sí sabemos, desde hace bastante tiempo, es su orgullo por carecer de pasaporte y jamás haber viajado al exterior; esto, que en un particular no tendría más consecuencias que la ignorancia del mundo de esa persona, en un político profesional es una limitación imperdonable. Sin embargo, a medida que el tiempo pasaba, se le empezó a ver en algunas ciudades europeas y en el palco de Jaime Bonilla, en el PET Stadium de los Padres de San Diego.
En poco más de dos meses del periodo de transición, López ha sostenido reuniones protocolarias y un tanto forzadas debido a que, funcionarios extranjeros solicitaron entrevistarse con él. Asimismo, la reunión con el Presidente de Guatemala fue un tanto superficial. A la fecha pues, no hay una idea clara de cuál es la visión de López en lo que se refiere a la presencia mexicana en el exterior.
Los indicios conocidos, consisten en la casi cancelación de la participación de legisladores de ambas Cámaras del Congreso de la Unión en reuniones internacionales. Además, la presencia del gobierno mexicano en las reuniones periódicas de organizaciones multilaterales y en general, en el cumplimiento de compromisos que datan de decenios atrás, bien a bien es hoy un misterio.
Ese rechazo de lo exterior por parte de López deja ver una visión pueblerina del papel del país en la globalidad; ¿cómo afectará esa visión —un tanto pichicata y endógena—, la imagen del país en el mundo que, a un alto costo y años de trabajo hemos construido? Lo más probable es que a López, eso nada le importe; su visión hacia adentro, muy en sintonía con la que la clase política tenía hace 50 o 60 años, podría acarrear consecuencias negativas cuyo impacto, hoy es difícil de cuantificar.
¿Le preocupa esto a López? Lo dudo; además, con el nombramiento de un personaje como Ebrard al frente de Relaciones Exteriores, yo no esperaría una Cancillería con una visión dinámica y activa en los espacios internacionales, y en las diferentes organizaciones de las cuales México fue fundador hace decenios.
¿Es posible para la economía 15 del mundo por su PIB, mantenerse alejado de esos espacios donde somos un actor de cierta relevancia? Sin duda lo es; el mundo no se acabará porque no estemos, pero, no olvidemos que México necesita más del exterior que el exterior de México. La visión de una autarquía que es más berrinche o decisión de un acomplejado (que fuera de donde lo rodean sus leales se siente desnudo e indefenso), es un grave riesgo para México. Por ello, la prioridad es profundizar nuestra incorporación a la globalidad.
El aislamiento previo al año 1987, está presente en la mentalidad obtusa y aceda de millones de mexicanos; si no, ¿cómo explicar los 30 millones de votos en favor de López, un ermitaño en la globalidad y la interdependencia?
La tentación nostálgica por abrazar una fantasía del ayer es, quizás, la faceta más peligrosa del nuevo gobierno por el retroceso que representaría para el país y su futuro. Hoy, dejarnos llevar por los cantos de sirena para exigir volver a lo que jamás fue realidad, podría llevarnos al abismo. Información Excelsior.com.mx