Por., Enrique Aranda
Más de una ocasión, en las últimas semanas, he sido testigo de la airada reacción de panistas de cepa, esos que aún lamentan el abandono de sus principios fundacionales y sienten vergüenza por el cotidiano actuar de sus actuales dirigentes y no pocos de sus liderazgos, ante la sola insinuación de que su partido, Acción Nacional, pudiera concretar una eventual alianza con el Revolucionario Institucional, el odiado priismo, de cara al próximo 2018…
Su generalizada reacción es de enojo y, valga, hasta de cierto asco (político) pues, estiman, nada justificaría la eventualidad de que el otrora partido de la gente decente se aliara con quienes desde el poder federal y estatal (hasta 1989 al menos) han fomentado y se han beneficiado de la ofensiva, incontenible corrupción e impunidad que impiden el avance del país, el desigual desarrollo y la marginación de millones de mexicanos, amén de la mediocre educación de los más y el desprecio de los derechos más elementales de los mexicanos… por decir lo menos.
No existe ninguna posibilidad, insisten, y descartan la eventualidad de que, ante el (innegable) riesgo que para México entraña el populismo de Andrés Manuel López Obrador, sus actuales dirigentes pudieran haber pactado una suerte de alianza “explícita o de facto” con el presidente Enrique Peña Nieto para frenar a aquel, como a finales de enero pasado diera a conocer, en su columna Serpientes y Escaleras, nuestro colega Salvador García Soto.
Ahora que, al margen de convicciones y/o percepciones, lo único cierto es que, ya en el pasado, de cara a las presidenciales de 2006 en concreto, liderazgos del tricolor y del blanquiazul acercaron posiciones e incluso —“de facto, si se quiere…”— acordaron actuar para evitar que alguien distinto a ellos, el fundador y ahora presidente de Morena precisamente, llegara al poder.
Fue el propio dirigente de Acción Nacional, Manuel Espino Barrientos, quien, igual en escritos personales que en declaraciones formales a los medios, explicitó cómo fue él mismo quien, ante el generalizado repudió de la candidatura de Roberto Madrazo por parte del electorado, negoció con una decena de gobernadores priistas en funciones, el mexiquense Peña Nieto, entre otros, presumiblemente, el apoyo a la candidatura de Felipe Calderón, quien, finalmente, y aun cuando “sólo seis de aquellos cumplieron lo acordado…”, sucedió al (para entonces) también panista Vicente Fox.
Cancelar entonces toda posibilidad de que exista ya hoy, o pudiera darse, una eventual alianza entre los dos únicos partidos, alguno(s) de cuyos militantes haya ocupado la Presidencia, parece más un asunto de principios y convicciones, más que respetable sin duda, que de práctica política…
ASTERISCOS
* Más que las escasas presencias, por cierto, una ausencia, la del impresentable morenovallista Ulises Ramírez, ahora en rebeldía, fue la nota a destacar en el registro de Josefina Vázquez Mota como precandidata al gobierno del Estado de México. Antes de que concluya la semana, en la formalización de su entronización como candidata, toda la dirigencia y liderazgos estarán ahí…
* Insistentes versiones “a nivel pasillo…” en el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit) sobre el inicio del proceso de retiro de su director general, David Penchyna, para asumir como nuevo titular de Energía, en sustitución de Pedro Joaquín Coldwell, quien, se insiste, se irá como embajador.
* Absoluto consenso al interior de la fracción senatorial priista, que lidera Emilio Gamboa Patrón, para analizar, discutir y en su caso aprobar la iniciativa de carácter preferente que para reformar la Ley General de Educación envió a la cámara alta el jefe del Ejecutivo. El aval podría ser unánime…
Veámonos el miércoles, con otro asunto De naturaleza política.
Twitter: @EnriqueArandaP
Información Excelsior.com.mx