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COVID-19: cuestión de… ¿horas?

Por Yuriria Sierra

Dos mil 855 muertos. El saldo hasta hoy del COVID-19. Presencia en más de 40 países. 82 mil 760 casos confirmados alrededor del planeta. Más de 78 mil en China. Casi mil 800 en Corea del Sur. 655 en Italia. 245 en Irán. 214 en Japón. Casi cien en Singapur. Otros casi cien en Hong Kong. 60 en Estados Unidos. Casi 50 en Alemania, una cifra similar en Kuwait y lo mismo en Tailandia. 38 en Francia. 23 en Australia e igual registro en Malasia. 16 en Reino Unido, también en Vietnam. 15 en España. El virus también tiene presencia en Canadá, Emiratos Árabes, Macao, Suiza, Suecia, Iraq, Omán, Israel, Filipinas, Croacia, India, Austria, Grecia, Líbano, Finlandia, Rusia, Afganistán, Pakistán, Nepal… y otros trece países más. Brasil, el único, hasta hoy, en América Latina.

Y llegará, el virus llegará a todos los países. Ninguno se salvará. México no será la excepción. Hoy mismo tiene en uno de sus puertos a un crucero tan lleno de pasajeros como de paranoia e incertidumbre. Hace unos días, el embajador de nuestro país ante la ONU expresó: “la pregunta no es si va a llegar, sino cuándo…”. El doctor Juan Ramón de la Fuente está en lo cierto, como lo están el resto de especialistas en el orbe. Esta nueva cepa de coronavirus se expandirá por todos los países antes de siquiera tener una vacuna.

Vaya momento el que eligió. México no está en bonanza respecto a sus servicios de salud. Desde insumos básicos para la atención médica hasta medicamentos de alta especialidad, como los utilizados en tratamientos contra el cáncer o el VIH, resultan imposibles de surtir. La coyuntura lo ha dejado claro en los últimos días. ¿Qué hará nuestro país ante la inminente llegada del virus?

“Considerando el comportamiento de la COVID-19 en la ciudad de Wuhan, aventuremos cifras conservadoras para los primeros cuatro meses de una pandemia en una región conurbada de, digamos, 20 millones de personas, como la de la Ciudad de México. Supongamos que enferma sólo el 20% de la población (4 millones) y que de ellos sólo el 20% tiene una enfermedad seria (800 mil). Sabemos que alrededor del 15% estarían gravemente enfermos (120 mil) que, divididos entre 4 meses, resultaría en 30 mil pacientes gravemente enfermos por mes. De ellos, al menos el 15% (4,500) requerirían un ventilador mecánico y una cama de terapia intensiva. He aquí que, sumando los sistemas públicos y privados, difícilmente existen en la zona 700 camas de terapia intensiva que, además, ya están ocupadas. No es difícil ver que los hospitales colapsarían y empezarían a rechazar pacientes, lo cual implicaría un enorme riesgo para ellos y otros. No nos equivoquemos: una pequeña proporción de gente que enferma de gravedad al mismo tiempo puede colapsar el sistema de salud. Cundiría entonces el enojo, el pánico y a veces, el caos. Esto no es una mera proyección teórica, pues está ocurriendo ahora mismo en el centro de China…”, escribió el doctor Alejandro Macías en Letras Libres hace unas semanas. Él fue comisionado nacional para la influenza, durante la emergencia del 2009.

Sin embargo, parece que sus estimaciones fueron rebasadas por las presentadas ayer por la Secretaría de Salud. Hugo López-Gatell, subsecretario de Prevención y Promoción de la dependencia, explicó que el número de afectados podría ser similar a los de 2009 con el H1N1: una tercera parte del país, aunque no todos serían graves, como también lo refiere el doctor Macías. La duda queda: ¿México está preparado para atender un contagio colectivo de este nuevo virus, aún en estudio? El gobierno de Estados Unidos solicitó a su Congreso un presupuesto de 2.5 mil millones de dólares para hacer frente a la propagación del virus. ¿Qué hará el nuestro si a esto se suman los pendientes ya anotados en materia de salud? Es cuestión de tiempo. Información Excelsior.com.mx

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