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Cruda electoral

Por: Vianey Esquinca

Cuando Donald Trump ganó las elecciones de Estados Unidos, el planeta entero quedó atónito, estupefacto, desconcertado y sorprendido. ¿Qué tuvieron en la cabeza los estadunidenses para votar por un hombre que a todas luces era un peligro, no sólo para ellos, sino para el mundo completo?

Ahora, después de los resultados de las elecciones del domingo pasado, se deja claro que los estadunidenses no son los únicos que pueden llegar a tener los pensamientos borrosos, y que la gente no experimenta en cabeza ajena. Los ciudadanos de Estados Unidos podrían ahora decir con socarronería a los mexiquenses y coahuilenses: ¿no que no? ¿No que ustedes sí pensaban muy bien su voto?

En el Estado de México el PRI ganó. Con mucha menos votación de lo que Eruviel Ávila obtuvo cuando ganó la gubernatura, pero el voto de castigo contra su administración no fue suficiente para sacar al tricolor del gobierno. Pudo más la estructura del Revolucionario Institucional que la inconformidad y el hartazgo.

Pero, por otro lado, la izquierda tampoco merecía ganar, por arrogantes y egoístas, porque no pudieron ponerse de acuerdo y dejar sus intereses a un lado para avanzar a una alianza. En las últimas semanas, antes de la elección, Morena y el PRD se dedicaron a torpedearse, a darse ultimátums, a perder el tiempo respondiéndose mutuamente, mientras el PRI aprovechaba esa circunstancia. El PAN, por su parte, se desdibujó, la candidata más conocida no logró convencer.

Además, así como en Estados Unidos Hillary Clinton fue una muy mala candidata, aquí, en Morena, Delfina Gómez estuvo a la sombra de Andrés Manuel López Obrador con el problema que él no aparecería en las boletas, pequeño error de cálculo. Juan Zepeda, candidato del PRD, hizo muy buena campaña, pero era evidente que no le alcanzaría para ganar las elecciones, así, pues, lo único que podían hacer era pactar, lo cual no hicieron y hoy se ven las consecuencias. En Veracruz, la alianza PRD-PAN arrasó en la entidad, ¿no es claro el mensaje entonces?

En Coahuila, tras las administraciones de los hermanos Moreira, cualquiera hubiera dicho que vendría el cambio, lo cual, al menos hasta ahora y de acuerdo con el conteo de las casillas, no sucedió. Incluso la elección tan cerrada y no con una diferencia tan evidente entre candidatos como sucedió en Nayarit, deja claro que los priistas —y el gobernador— están dispuestos a dar la batalla.

Lo que sucedió después del domingo fue el arranque oficial de la locura de las elecciones de 2018. Todo el mundo encendió las luces y las alertas. En el PAN, Margarita Zavala se unió a Rafael Moreno Valle en la bonita costumbre de hacer campañas adelantadas. Además de que existe una franca batalla contra el líder de su partido, Ricardo Anaya.

Por el PRD, nació en Juan Zepeda una nueva figura fulgurante que como muñequita de aparador quieren mover para todos lados. Él ya dijo que no quería ser presidente de su partido, porque probablemente ya se vio como suspirante presidencial del PRD y así hacerle la competencia a Silvano Aureoles y Miguel Ángel Mancera.

En el PRI hay nerviosismo, pero no hay claridad. Cada cambio que se hace, como el ocurrido con Humberto Castillejos, consejero jurídico de la Presidencia, tras su renuncia el viernes pasado, levanta sospechas y se le trata de encontrar algún significado de cara a las elecciones presidenciales. Todo eso cuando faltan meses para el siguiente proceso electoral, y es que los demonios andan sueltos y nadie parece querer calmarlos. Información Excelsior.com.mx

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