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Advierto al lector que no escribo desde la objetividad sino desde la falta: me arrebataron algo que no sólo me gustaba sino que sentía como mío. Por años he sido aficionado del Cruz Azul y siempre me ha causado más decepciones que satisfacciones. Pero incluso en los tiempos de mayor mediocridad y de mayor corrupción de los hermanos Álvarez, el club me generaba cariño y expectativas, un tanto por la obsesiva fe de que algún día se conseguiría el tan anhelado título de liga, y otro tanto porque sus dirigentes siempre encontraban la forma de armar un plantel que compitiera, que llegara a finales y que tuviera, de vez en vez, buenas contrataciones.
Hoy no pasa nada de esto. El club está secuestrado por una pandilla de inútiles peor que la que estaba antes (a partir de aquí cualquier similitud con la realidad nacional es pura coincidencia). Mientras decían que iban a terminar con la corrupción, impusieron como directivo a un junior cuyo único mérito era ser hijo de un magistrado cercano al entonces todopoderoso abogado de presidencia; y a un licenciado ex aliado de los Álvarez que sabe de futbol lo mismo que de dirigir una cementera: nada. Además, mantuvieron como directivo a un facilitador de negocios de la mafia del poder del fútbol mexicano y le inventaron un puesto para que pudiera renovar a los jugadores que nadie se explica el porqué siguen jugando y cobrando como lo hacen. Hasta hace poco, ese facilitador “sorprendentemente” había dejado Cruz Azul para ser Director general deportivo de la Federación Mexicana de Futbol.
Estos nuevos directivos desconocedores de sus puestos y mediocres para la grilla, corrieron a todo el cuerpo técnico y jugadores que ganaron el título de liga; armaron y desarmaron el organigrama institucional e invirtieron en una comunicación institucional bastante chafa que, así como un día invita a twitteros para sus videos, al otro sube comunicados que parecen hechos con paint o celebra intentos de fichajes. Eso sí, como la tendencia contemporánea es pagar paleros y construir mentiras, engañan a reporteros o los hacen cómplices para influir en la opinión de las redes sociales y fingir que vendrán cambios o nuevas contrataciones, aunque finalmente todo siga igual o peor.
Cuando eres aficionado de un club de futbol sabes a lo que te atienes. Si le vas al Necaxa, por ejemplo, comprendes que el negocio de los dueños es comprar jugadores baratos para luego venderlos caros, y que bajo ese esquema competirás o no en la liga. Pero con Cruz Azul no lo sabes porque el lunes dicen que rejuvenecerán a la plantilla, el martes que llegará Luis Suárez, el miércoles que habrá austeridad, el jueves que sí van a invertir, el viernes que van a correr al DT en turno y el sábado, el día del partido, resulta que juegan los mismos petardos de siempre con un DT interino que luego van a respaldar, y que ya le inventaron otro puesto al “conejo” Pérez para que “ahora sí” se hagan las cosas bien. El resultado es que hoy el equipo tiene una plantilla limitada y está penúltimo lugar en la tabla general con un punto de 15 disputados.
Con esto y mucho más, poco a poco nos arrebatan el interés y el amor por un club que, insisto, sentíamos nuestro. Urge que se vaya esta pandilla de inútiles antes de que el equipo descienda o que se quede con una identidad similar a la del Mazatlán, y que la pobre afición termine viendo criquet o enajenada con el deporte aspiracionista y fifí de los autos que dan vueltas y vueltas y vueltas. Información Radio Fórmula