El jueves 1 de octubre de 2020, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció que tenía COVID-19.
El viernes 2 de octubre de 2020, al presentar fiebre y un descenso en su saturación de oxígeno, lo trasladaron al hospital donde le administraron fármacos que se encuentran en ensayos clínicos y la FDA autorizó para uso de emergencia.
El presidente Trump recibió por infusión una dosis de ocho gramos en la vena del cocktail Regn-Cov2 que consiste en dos anticuerpos monoclonales.
Jacob Glanville, bioingeniero, inmunólogo computacional, explicó: “Ambos anticuerpos se unen a la espiga del coronavirus y evitan que use esta espiga para infectar las células de los pulmones del presidente (…) ocho gramos es una dosis muy alta de anticuerpos. Las terapias de anticuerpos, generalmente se administran a dosis de uno o dos gramos”.
Uno de los potenciales riesgos de los anticuerpos es que sobrevenga una actividad intensa del sistema inmune con una fuerte inflamación capaz de dañar el organismo.
De hecho, el sábado los médicos del presidente comenzaron a administrarle dexamentasona, un potente antiinflamatorio que busca reducir el exceso de inflamación, además de los anticuerpos, desde el principio de su hospitalización, el mandatario recibió el antiviral remdesivir.
“El remdesivir bloquea parte de la maquinaria que permite al virus replicarse. Así que la idea es lograr que estos dos medicamentos, mediante mecanismos disferentes, puedan frenar el virus”, dijo Jacob Glanville.
La administración en etapas tempranas de la enfermedad tanto de los anticuerpos como del antiviral ha demostrado en diversas investigaciones contribuir a reducir el daño que ocasiona SARS-COV2 en el cuerpo. Información Noticieros Televisa