Por: Yuriria Sierra
“Lenin quería destruir el Estado y ése es mi objetivo también. Quiero llevar todo a derrumbarse y destruir todo lo establecido hoy…”, son palabras de Steve Bannon, de quien ayer contamos un poco de su muy extensa y controvertida biografía. El asesor principal de Trump, quien, dicen, es el que en realidad mueve los hilos en el interior de la Casa Blanca, tal vez porque estará muy entrado en su papel de Darth Vader, ese personaje que admira tanto y que alguna vez dijo: “Únete a mí y juntos gobernaremos la galaxia como padre e hijo…”. Y es que como el famoso villano de Star Wars, Bannon se ha encargado de hacerse de enemigos sólo por el hecho de no estar con él y, claro, por sus muy polémicas frases que bien podrían haber salido de la más insensible ficción.
“Abolir la esclavitud fue una mala idea…”, no es una frase de Vader, ni siquiera de Lord Voldemort, fue una idea que publicó Bannon cuando era editor de Breitbart, ese portal informativo que mucho le sirvió para la propagación de xenofobia, homofobia y misoginia. A él —a Bannon— le debemos también frases como “¿Preferirías que tu hijo tuviera feminismo o cáncer?”, ni Vader resulta tan espeluznantemente retrógrada y misógino, porque al menos un tiempo mostró su amor y admiración por Padmé. El asesor de Trump es cosa seria, y por lo que expresa, lo ubicamos con mucha facilidad junto a esos villanos de ficción que dicen cosas como ésta: “Nadie ha pedido tu opinión, asquerosa sangre sucia…” (Draco Malfoy en Harry Potter) y es que Bannon ha sido capaz de expresar: “Ninguna de las personas involucradas en la estafa del calentamiento global merecen la más mínima pizca de respeto. Son pura escoria”. (Esto ha dicho el asesor de cabecera mientras los polos siguen cuarteándose, los glaciares derritiéndose y decenas de especies animales desapareciendo para siempre de la faz de la tierra) . Por si nos preguntamos el porqué del tema del cambio climático fue de lo primero que se omitió en la página web de la Casa Blanca.
Y hablando de Malfoy, el acérrimo enemigo de Potter en el interior de y quien siempre segregaba y discriminaba a la comunidad estudiantil que consideraba “impura”, Bannon es, ahora mucho más, una de las principales figuras a favor de la división por mero prejuicio —que más bien raya en el odio—: “No quiero que mis hijas vayan a una escuela con judíos. No me gustan los judíos ni la forma en la que crían a sus mocosos hijos…”, como lo expresó Mary Louise Piccard, exesposa de Bannon, en su declaración ante la Corte cuando lo acusó de abuso doméstico. Sí, el asesor de Trump fue acusado por violencia al interior de su propia casa, nada gratuito, pues se le conocen varios episodios en los que sus opiniones respecto a la mujer han quedado más que claras: “Las mujeres no consiguen trabajos tecnológicos porque no hacen bien las entrevistas…”, dijo a través de un artículo en Breitbart; o cuando expresó: “La píldora anticonceptiva hace que las mujeres dejen de ser atractivas y se vuelvan locas (…) Tu inyección anticonceptiva hará que ganes unos kilos que evitarán la inyección que realmente deseas: la carne de un hombre (…) Ahora, quizá te preguntes con qué me gustaría que las mujeres reemplazaran la píldora, puesto que es obviamente horrible. ¿Condones? ¿Vasectomías? La respuesta es: nada. Necesitamos a esos niños si queremos criar un número suficiente para mantener a raya a los invasores musulmanes…”, también en ese mismo portal. Lástima para él que ayer la Corte mantuvo, por fortuna, suspendido el veto migratorio que firmó Trump.
“Su carencia de fe resulta molesta…”, dijo Darth Vader. A Bannon le sucederá lo mismo; por eso su cercanía con los sectores más conservadores no sólo en Estados Unidos, sino, como dijimos ayer, también en el interior del Vaticano. Pero su fe, para él, es la única posible: “El islam es la religión más radical del mundo”; ¿por qué pensará eso si tratan a las mujeres igual y en ocasiones hasta mejor que él?, ¿acaso realmente pensará que su ideología está muy alejada de lo que sabemos que es el islam más radical? Sencillo: los extremos se encuentran.
Hace mucho que el conservadurismo de Bannon dejó de ser algo que simplemente provocaba risa. De ser esa caricatura de Torquemada con tintes de Guasón en tiempos trumpianos. Hoy debe preocuparnos, y mucho, alguien que no es un villano de ficción, sino que hoy está detrás del hombre que gobierna al todavía país más poderoso del mundo. Y que claramente no sólo le habla al oído: también le dicta lo que tiene que decir, tuitear… y firmar.
Fuente: Excelsior.com.mx