Y ni modo, también, que este político disciplinado la emprendiera contra una postura claramente establecida por el Presidente, quien, hace más de un año, dijo públicamente que había advertido a sus hijos que no se confundieran, que mientras él estuviera en Los Pinos, la mariguana no se fumaría libremente en México.
Hubo quien interpretó la posterior aclaración tuitera de De la Madrid —que se trataba de una postura personal— como prueba de que había sido regañado por su jefe, luego de haber tenido un desliz. Nada de eso. De la Madrid fue el portavoz de un golpe estratégico cuidadosamente diseñado, cuya finalidad era electoral. ¿Cuál es la mayor debilidad de la alianza PAN-PRD?, se preguntaron los estrategas del oficialismo. Y rápidamente concluyeron: La combinación del agua y el aceite ideológicos.
¿Cómo se puede explotar esa debilidad?, agregaron. Fácil: Exhibiendo sus contradicciones en los temas más espinosos, como la despenalización de las drogas.
Es evidente que Por México al Frente es el primer obstáculo que el oficialismo debe enfrentar si desea retener la Presidencia de la República.
De forma recíproca, el Frente ha querido desacreditar la competitividad de la candidatura de José Antonio Meade, en un intento de que Ricardo Anaya emerja como la única opción para enfrentar a Andrés Manuel López Obrador.
Como escribí aquí el jueves y el viernes pasados, no soy un creyente en la tesis del voto útil como factor de decisión de las elecciones presidenciales.
Mediante un análisis de lo sucedido en los comicios de 2000, 2006 y 2012, probé que el voto útil —si es que ha existido— ha sido anodino. Ni Vicente Fox ni Felipe Calderón ni Enrique Peña Nieto ganaron por efecto del apoyo electoral que los simpatizantes de Cuauhtémoc Cárdenas, Roberto Madrazo y Josefina Vázquez Mota les otorgaron de última hora.
Aun así, los equipos de campaña de Meade y Anaya parecen estar convencidos de que, para vencer a López Obrador, necesitan primero acabar con las aspiraciones del otro y convencer a sus simpatizantes de que hay una sola alternativa para impedir que el tabasqueño llegue a Los Pinos.
Y ahí se inscribe la frase de De la Madrid. No fue un error ni resultado de una larga reflexión del secretario de Turismo sobre la relación entre la mariguana y la violencia criminal.
La idea surgió en un cuarto de guerra electoral y, a juzgar por los efectos que produjo, dio resultados. Algunos, por cierto, quizá inesperados:
1. Anaya mordió el anzuelo. En lugar de asumirse como el candidato de la coalición, sacó a relucir su gen panista conservador y descalificó la idea.
2. Dijera lo que dijera Anaya, estaba perdido. Si apoyaba la idea, se alejaba de su base tradicional. Si la desacreditaba, perdía la del PRD.
3. Lo que sucedió es que connotados perredistas, que han defendido la tesis de la despenalización de las drogas, salieron a alabar a De la Madrid y, sin decirlo, distanciarse de Anaya.
4. Dio un respiro al gobierno federal en las “irritantes” redes sociales, donde los ingenuos dijeron: Quién sabe por qué lo haya dicho, pero hay que apoyar la iniciativa.
5. Así fuera por un solo día, robó la narrativa de la campaña a López Obrador, cuyo conservadurismo sobre el tema de la despenalización salió a flote, poniéndolo en contradicción con los sectores liberales.
La estrategia oficialista es clara: Cualquier posibilidad de triunfo de Meade pasa por partir en dos al Frente. No podrá evitar que los sectores más radicales del PRD engrosen la votación de AMLO —de todos modos muchos lo van a hacer—, pero necesita que los partidarios del liberalismo económico no se distraigan con la candidatura de Anaya.
Meter una cuña entre el PAN y el PRD es una de las paradas en esa ruta.