RICHMOND.
Los demócratas ganaron elecciones regionales en Virginia, Nueva Jersey y Maine, asestando un serio revés a los republicanos y a las políticas de Donald Trump.
En Virginia, el demócrata Ralph Northam fue elegido gobernador sobre el republicano Ed Gillespie.
Northam, un neurólogo pediatra de profesión, exclamó:
Estoy aquí para decirles que ha llegado el doctor. Mientras yo sea gobernador, trabajaré arduamente para asegurar que reine la tolerancia”.
El pueblo de Virginia le dice no a las divisiones, no al odio y al racismo, y sí a poner fin a la política de hostilidad que ha desgarrado a nuestro país”, agregó.
Los demócratas además lograron las gobernaciones de Nueva Jersey y Maine, donde los votantes además le asestaron un golpe al gobernador republicano, aliado de Trump, aprobando una medida que ampliará el programa Medicaid bajo la ley de salud impulsada por el gobierno de Barack Obama.
Las contundentes victorias marcaron la derrota más significativa para los republicanos y para la joven presidencia de Trump, y les presentan con un sombrío panorama de cara a las elecciones legislativas de 2018.
Además ganaron reelección holgadamente los alcaldes demócratas de Nueva York y Boston, ambos duros críticos de Trump.
En Virginia, por primera vez en la historia de ese estado, fue elegido una legisladora abiertamente transgénero, parte de una ola de más de una docena de victorias legislativas para los demócratas.
¡El Partido Demócrata está de vuelta, amigos!”, exclamó el director de Comité Nacional Demócrata, Tom Perez.
Entretanto, los republicanos caían en un agrio espiral de acusaciones mutuas.
Ed Gillespie trabajó arduamente pero no me apoyaba ni apoyaba mis políticas”, tuiteó Trump desde Asia, donde se encuentra en gira, recordando que los republicanos ganaron unas cuantas elecciones regionales hace unos meses.
¡Con esta economía que va por niveles récord, seguiremos ganando, mucho más que nunca!”, comentó.
En realidad Gillespie expresó varias veces su apoyo a Trump y a sus políticas, si bien no lo invitó al estado a participar en concentraciones de campaña.
El rol de Trump fue insignificante en Virginia, en gran parte porque los militantes republicanos no lo querían allí, en un estado que perdió en las elecciones presidenciales, en medio de bajísimos índices de apoyo.
La Casa Blanca sí despachó al vicepresidente Mike Pence a hacer campaña con Gillespie y Trump prometió que el gobernador haría “grande a Estados Unidos” en un mensaje grabado enviado por teléfono a los votantes.
Gillespie, quien fue allegado del presidente George W. Bush y del entonces candidato presidencial republicano Mitt Romney, en esta campaña se volvió un ávido partidario de las políticas de Trump teñidas de nacionalismo y visos de racismo.
Advirtió ominosamente sobre los peligros de la pandilla centroamericana MS-13.
Además, juró proteger las estatuas confederadas y despotricó contra los atletas que han estado protestando contra la injusticia social hincándose al entonar el himno nacional, y que son en su mayoría de raza negra. Información Excelsior.com.mx