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Día mundial contra la depresión: ¿Quién cuida la salud mental de personas en situación de calle?

En redes sociales circulan cientos de publicaciones, comentarios y memes que satirizan sobre algunas personas que viven en la calle: “el loquito del centro”. Así se le identifica a personas que no tienen techo y con frecuencia piden apoyo de las personas que circulan en las aceras. Pero detrás de esa expresión hay un problema mayor.

¿La salud mental de las personas en situación de calle no se atiende?
Anahí, de 38 años, vive en Plaza Garibaldi, uno de los puntos más turísticos en el centro de la Ciudad de México. Repite constantemente que ella siente que no pertenece a ese mundo, al de las calles, y que espera salir pronto de ahí, pero que le falta voluntad. Extraña a sus tres hijos, pero no le gustaría que la vean así.

Al preguntarle sobre sus emociones, ella considera que no tiene un problema mayor, pero reconoce tener adicción al alcohol y las drogas. También tienen cuadros depresivos durante el día.

Para Anahí, el trastorno mental lo tiene una de sus compañeras que también vive en esa plaza, una joven recostada en el piso.

Mira, ahí está la Mónica, tiene como un retraso mental. Bueno, no retraso, las drogas no hacen caricias… Ella monea y empieza a hablar con las paredes, empieza a hablar sola. Ya voy pa´ allá yo también, yo creo, ¿no?

Anahí dice que seguido los visitan organizaciones no gubernamentales, que les hacen revisiones médicas y pruebas de VIH; o que por las noches hay brigadas del gobierno de la ciudad que les dan cobijas y comida caliente. Pero ninguna de las personas entrevistadas recibe atención psicológica o psiquiátrica. Y tampoco es algo que está en su radar de prioridades.

Pues he visto otras personas que sí tienen sus problemas psicológicos y emocionales, ¿no? Yo la verdad no tengo síntomas así de locura, pues mi doctor y mi maestro está allá arriba, Dios. Siempre he creído que él me sana

Son las palabras de Rogelio, un hombre de 47 años oriundo de Chilpancingo que lleva más de 20 años en las calles de la Ciudad de México. Vive en un campamento improvisado a las afueras de la estación del Metro Candelaria, también en una zona céntrica de la ciudad.

Su vida, según cuenta, es una historia de violencia y abandono. No conoció a sus padres biológicos. Cuando tenía 19 años, sus padres adoptivos murieron y sus hermanos lo echaron de casa.

Trabajó en granjas de pollos y sabe de agricultura y ganadería. Ahora se dedica a la recolección de PET para ganar algo de dinero. Su aspiración es tener el suficiente presupuesto para rentar un cuarto.

Hace unos años, ahí en los alrededores del metro Candelaria, unos desconocidos le prendieron fuego mientras dormía. No recibió atención médica. Desde entonces perdió sus documentos oficiales, lo que le impide conseguir un empleo mejor remunerado.

Me acosté en un sillón, me quedé dormido como a las 11 pm. Unos chavos me echaron gasolina, me prendieron fuego. Me quemaron todos mis vellos. Me alcancé a quitar la ropa, gritaba, me estaban quemando en vida. Nunca metí demanda, nunca he hecho justicia por mi cuenta. Yo creo mucho en Dios, soy pecador, soy lo que sea, pero sé que hay un Dios que todo lo ve

No recibe atención psicológica ni tampoco tiene un diagnóstico psiquiátrico. Es algo que pone en manos de Dios, reitera.

En la Ciudad de México se tiene identificada una población de poco más de mil personas en situación de calle. La Alcaldía Cuauhtémoc concentra más de la mitad y la mayoría son hombres. Aunque organizaciones como Caracol AC dicen que las cifras se quedan cortas.

De acuerdo con la Secretaría de Bienestar e Igualdad Social de la Ciudad de México, Sebien, casi cuatro de cada 10 tienen una discapacidad psicosocial moderada o grave.

De acuerdo con la institución, en diciembre, mil 100 personas recibieron atención psicológica individual o grupal en los Centros de Asistencia e Integración Social, pero no se proporcionó información sobre tratamientos psiquiátricos o prescripción de medicamentos para atender problemas de salud mental a quienes padecen problemas más graves.

Para recibir esta atención, las personas en situación de calle deben acercarse a estos centros, ubicados en siete puntos de la ciudad. En la alcaldía Cuauhtémoc solo hay uno ubicado en la colonia Buenavista.

Reyna Elizabeth tiene 46 años y vive desde hace 5 años en la calle. Nació en Estados Unidos y ahí vivió por muchos años. No quiere dar mayor explicación de cómo llegó a México. Habla español, pero en ocasiones mezcla palabras en inglés. Cuenta que dejó su hogar porque su esposo la violentaba, física, mental y sexualmente.

Recolecta PET y lo vende, y ese es el motivo por el que, dice, se ha peleado con los trabajadores de la basura del gobierno de la CDMX, ya que ellos también venden el material reciclable. Asegura que le han robado las botellas que recolecta e, incluso, la han llegado a golpear.

Reconoce que tiene un cuadro depresivo.

Hay días que tienes la pila baja y no trabajas, y te sientas en la silla por tres días y vas a pedir comida y dicen ‘pero si no se ha movido de ahí, no hace nada

Pero la historia se repite: no recibe atención.

En 2023 la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México presentó un informe sobre los derechos humanos de las personas en situación de calle.
En la recomendación apunta la necesidad de una política pública de atención a la salud mental, que permita una intervención adecuada y oportuna desde un enfoque psicosocial. También es algo que está incluido en la Ley de Salud Mental del Distrito Federal, pues el artículo 14 establece como prioridad la atención a grupos vulnerables.

Juan Gómez, por ejemplo, cuenta que carga con la desilusión. Era un trailero de Jalisco con una vida “normal”: un matrimonio, un hijo y un techo. Pero el alcoholismo lo llevó a las calles, donde vive desde hace 30 años.

De la vida no puedo renegar, pero sí hay veces en los que pues es tanto mi coraje, es tanto mi… lo que me pasa, que le echo la culpa a la vida, cuando la vida no tiene nada que ver con mi situación

No considera que necesite atención a su salud mental, pero afirma que otras personas que viven en la calle sí.

“Mi sueño es tener un trabajo, me gustaría ser ayudante de albañil. Es difícil porque ya de viejo ya no tan fácil te dan trabajo y menos si no tienes experiencia o no cuentas con un hogar”. Foto: N+
“Mi sueño es tener un trabajo, me gustaría ser ayudante de albañil. Es difícil porque ya de viejo ya no tan fácil te dan trabajo y menos si no tienes experiencia o no cuentas con un hogar”. Foto: N+
A falta de una política de atención en las calles, a veces entre ellos se ayudan.

Viene un señor que trae a su amigo para que le pongamos la inyección. dice: ‘es que con la inyección él está muy tranquilo, porque si no se pone agresivo y le empieza a pegar a los demás, los demás le pegan´… y lo trae a que le pongamos la inyección

Esto lo cuenta Luis Enrique Hernández, el director de El Caracol AC, una de las organizaciones que atienden a este grupo vulnerable en la Ciudad de México. Él dice que “población callejera” es un término más adecuado.

La inyección a la que se refiere es Flupentixol, un medicamento para la esquizofrenia crónica y psicosis paranoicas. Cada dosis está por encima de los 1,300 pesos. La organización la ofrece de manera gratuita, aunque sus recursos también son limitados.

El Caracol AC trabaja en esta área desde hace 30 años, pero fue hasta 2013 cuando vieron la necesidad de hacer diagnósticos de salud mental.

Enrique explica que han inventado sus propias estrategias de apoyo cuando no tienen para comprar el medicamento. Les enseñan cómo pedirlo en los hospitales públicos, como los Cecosama del gobierno de la ciudad o el Hospital Psiquiátrico Fray Bernardino Álvarez, de la Secretaría de Salud.

Lo que hicimos fue enseñarles a qué tienen derecho. O sea, tú tienes derecho a que si te sientes mal llegues a este hospital psiquiátrico y aquí te van a atender. Les enseñamos el caminito. Ahora somos la única organización que está atendiendo temas de personas que están en esquizofrenia o en estado psicótico

También se ofrecen talleres de información en la calle, para que sepan que su compañero o compañera tiene una enfermedad mental que necesita atención y que no es correcto solo tratarlo como un “loco”.

Y entre ellos se apoyan para cumplir con la medicación, cuando es necesaria.

Entonces les dicen, ‘te voy a dar tu dosis para esta semana, porque si te la doy toda la vas a perder, o te la va a quitar la policía

El presupuesto que la organización destina a comprar medicamentos psiquiátricos ha aumentado en los últimos años. De alguna manera, dice, tienen que subsanar algo que el Estado no está haciendo.

Según Enrique Hernández, es difícil saber qué porcentaje de la población tiene un problema grave de salud mental, pero por cada grupo identifica a 1 o 2 personas con un daño grave.

Muchas personas vienen a decir: ‘Mira, estoy triste, llévame al doctor’. Ya sabemos que es el psiquiatra

El aumento en el consumo de Cristal
Algo que preocupa a las organizaciones que apoyan a estos grupos es el aumento en el consumo de metanfetamina a partir de la pandemia de Covid-19.
Aseguran que con el “cristal”, como se le conoce a esta droga, algunas personas tienen conductas más agresivas y sus capacidades se deterioran rápidamente, en menos de seis meses.

Las consecuencias del consumo excesivo, además de eventos violentos, son:

temblores, irritabilidad, alucinaciones, pérdida de peso, pérdida de la memoria y depresión.
La metanfetamina, según la ONU, es la segunda droga más barata en México, después de la marihuana. También es la más incautada en todo el país en los últimos cinco años.

En redes sociales se han viralizado videos de personas en situación de calle con actitudes amenazantes o incluso portando armas blancas. La Sebien dice que la difusión de estos materiales contribuye a la estigmatización de este grupo vulnerable y fomenta un miedo irracional y una visión errónea sobre este fenómeno.

En el recorrido realizado para este reportaje, ninguna de las personas con las que hablamos recibe atención psicológica o psiquiátrica, aunque sus condiciones entran en las características de algunas enfermedades mentales como depresión, adicciones o ansiedad, incluso pensamientos suicidas.

La mayoría de ellos reiteró que no tienen problemas de este tipo, que no están “locos”. Información N+

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