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Por José Elías Romero Apis
Tan sólo tengo una pluma y un papel para agradecer la generosidad de los lectores que me acompañaron durante 2023 y de los que espero me acompañen en 2024. Hubiera querido tener la inteligencia, la sapiencia y la experiencia que los interesaran, que los inspiraran o que los amenizaran. Pero tan sólo cuento con un papel y con una pluma.
Ha sido un año difícil para todos, incluso dramático para otros y hasta trágico para algunos. Este mal hado ha incluido hasta al más poderoso, al más potentado y al más prepotente. Lo mismo en México que en Norteamérica, que en Europa y que en Asia. Qué bueno que este año ya se acabó.
Soy abogado, soy político y soy terciario. Quizá por eso veo nuestras calamidades con la crudeza con la que el oncólogo o el neurólogo ven el tumor o la embolia. Sin embargo, mucho procuro el contacto con filósofos, con artistas y con jóvenes. Ellos me han enseñado mucho de la esperanza, del optimismo y hasta de la visión de lo que el drama nos aporta.
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Y es que la vida no tiene palabra de honor. Nos regala y nos roba a su puro antojo. Nos quita y nos da salud, dinero, amor, felicidad, tranquilidad, paz y, desde luego, seres queridos. Nos obsequia 80 mil latidos y 18 mil respiros cada día, sin exigirnos pago. Pero cierto día nos quita tan sólo 70 latidos o 30 respiros y ni a quién reclamarle. La vida no exige, pero no cumple. Es amante muy obsequiosa, pero muy infiel. La vida es caprichosa, pero es hermosa.
Aunque sea en estos días, vale pensar en lo que tenemos y en lo que haríamos por tenerlo si no lo tuviéramos. Por eso, cada fin de año suelo olvidarme de lo que la vida me ha quitado y recuerdo lo que me ha dado. Le perdono lo que me ha saqueado, pero le agradezco lo que me ha obsequiado. No neteo con ella, como Amado Nervo. Ha sido muy benévola y yo le estoy muy agradecido. Ojalá siga siendo muy bondadosa y crezca mi adeudo.
Mi cuenta de 12 facturas es muy elemental. Las tres primeras se refieren a aquello que tiene que ver con lo que los demás ven, aprecian y valoran en nosotros. Si logramos algo que nos dio honor, algo que nos dio prestigio y algo que nos dio dinero.
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Las tres siguientes, por el contrario, se refieren a aquello que tiene que ver con lo que sólo vemos nosotros de nuestro ser personal. Si logramos algo que nos dio sabiduría, algo que nos dio salud y algo que nos dio gratitud.
Continuando, se encuentran tres facturas que tienen que ver con nuestra felicidad, ese mandato obligatorio, porque es nuestro deber tratar de ser felices, en todo aquello que no dañe a los demás ni, por supuesto, a nosotros mismos. Si logramos algo que nos dio amistad, algo que nos dio amor y algo que nos dio alegría.
Por último, están tres facturas que tienen que ver con nuestro espíritu, que siempre tenemos que cuidar tanto o más que a nuestro exterior. Si logramos algo que nos dio fe, algo que nos dio esperanza y algo que nos dio paz.
Desde luego, cada quien puede insertar lo que sea su propia y personal aspiración vital o transitoria. Libertad, seguridad, madurez y tantos otros parabienes que la vida pone a nuestro alcance si nos esforzamos en esa dirección.
Si al hacer nuestro recuento y balance vemos que algo hemos logrado ese año, será indicador infalible de que ese año valió la pena de ser vivido. Por ejemplo, si nos gusta la amistad y hoy amamos a nuestros amigos más que al inicio del año, eso significa que tenemos muy buenos amigos. Si tenemos más amigos y nos quieren más, eso significa que somos muy buenos amigos.
Si en nuestra cuenta global este año salimos ganando, sólo tenemos que desear que la vida nos dé más. Si nuestro balance es que salimos a mano, pensemos que la poca ganancia nos evitó la pérdida y eso no es poco. Si, para nuestro mal, salimos perdiendo, pues recordemos que más vale perder que no jugar, como ya no jugaron los que ya se adelantaron.
Y, mientras los humanos no logremos inventar ni escribir ni decir ni imaginar tres mejores palabras, Dios los bendiga. Información Excelsior.com.mx
