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¿Dónde está el líder?

Por Pascal Beltrán del Rio

Se ha recordado mucho en días recientes, con motivo de los sismos de 1985, cómo la sociedad civil se organizó, se hizo escuchar y propició grandes cambios en la política del país. Asimismo, se ha especulado que los sismos del pasado mes de septiembre podrían dar lugar a un fenómeno similar, pues los jóvenes —que son hijos de aquella generación de mexicanos— salieron en gran número a las calles para ayudar en la tragedia.

Ya que no poseemos una bola de cristal, sería difícil asegurar que 2017 será una reedición de 1985. Bien podría serlo pero, a mi juicio, falta un elemento central en la presente trama: un liderazgo que amalgame las aspiraciones de los mexicanos de esta generación y les dé impulso.

Hace tres décadas, ese líder fue Cuauhtémoc Cárdenas. Cuando ocurrieron los sismos de 1985, Cárdenas comenzaba el último de sus seis años como gobernador de Michoacán.

En agosto de 1985, un mes antes de aquellos hechos trágicos, Cárdenas había participado en un coloquio sobre la Revolución Mexicana. En su ponencia, tomó distancia del gobierno del presidente Miguel de la Madrid, algo entonces inusitado.

Ya en marzo de ese mismo año, Cárdenas había dado muestra de su insumisión política, al protestar públicamente por la ilegal irrupción en suelo michoacano de agentes judiciales federales y de Jalisco, en el marco de la investigación sobre la desaparición de Enrique Camarena, agente de la DEA, cuyo cuerpo aparecería en Michoacán.

Al año siguiente de dejar la gubernatura, el hijo de Lázaro Cárdenas encabezó la Corriente Democrática del PRI, que se convertiría en el principal movimiento disidente en la historia de ese partido, cosa que sigue siendo cierta hasta la fecha.

Una vez que fueron expulsados del PRI, los miembros de la Corriente lanzaron la candidatura presidencial de Cárdenas. La contienda electoral de 1988 sería un hito en la política nacional.

La candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas recibió el apoyo de diferentes grupos sociales inconformes: el movimiento estudiantil de la UNAM, los burócratas despedidos por efecto de los recortes presupuestales y los damnificados de los sismos.

Estos últimos, que habían logrado un gran nivel de organización y simpatía popular, fueron fundamentales en el impulso de la candidatura de Cárdenas y en el triunfo electoral que éste logró en la Ciudad de México en julio de 1988.
Imposible olvidar que, el día de los comicios, Cárdenas declaró, después de salir de la casilla, que había votado por Superbarrio Gómez, el símbolo de la lucha de los damnificados.

Hoy no se ve por ningún lado un liderazgo similar, lo cual no quiere decir que no pueda surgir alguno.

Con 250 mil personas que perdieron su casa por los sismos del 7 y 19 de septiembre, y una sociedad que ha mostrado muchas veces en los últimos años su irritación hacia el gobierno, podría suceder que aparezca un líder.

Sin embargo, hay otras diferencias entre 1985 y 2017. Como ya he apuntado en este espacio, la situación económica actual no se parece a la de entonces. Hace 32 años había una inflación desbocada y un desempleo mucho más grande. Y no existía un Banco de México autónomo, con grandes reservas listas para hacer frente a la inestabilidad.

Otra diferencia es que la política era monolítica. No había un solo gobernador de oposición, y todas las delegaciones de la capital estaban en manos del PRI.

Hoy tenemos un escenario político multicolor. La Presidencia está en manos del PRI, pero los Ejecutivos de Morelos y la Ciudad de México fueron elegidos bajo las siglas del PRD y el de Puebla bajo las del PAN. Las principales delegaciones afectadas —Benito Juárez, Cuauhtémoc, Tlalpan y Xochimilco— también son gobernadas por la oposición.

En 1985, la democracia era una gran demanda en el país y la Presidencia era el blanco único de ella. Hoy las críticas y las exigencias se hacen hacia muchos actores políticos, incluido el Congreso, donde el pluripartidismo es también la realidad.

Finalmente, en 1985 hubo unas autoridades pasmadas ante los sismos. Las actuales, las de todos los niveles y en las que hay políticos de varios partidos, actuaron rápido, más allá de sus resultados. Sería arriesgado descartar que surja un fuerte movimiento social que produzca cambios como en los años que siguieron a 1985. Pero, a mi juicio, aún faltan elementos que hagan eso posible. Información Excelsior.com.mx

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