Por Ángel Verdugo
Una pregunta que solía hacerme mi padre cuando me corregía en relación con alguna travesura o el mal resultado académico en alguna materia, es el título de esta colaboración con algo más: ¿Tienes idea dónde va a parar esto, si sigues así, sin corregir tu conducta? Muchos años después, suelo hacerle la misma pregunta a mi nieto cuando su desempeño escolar no es el que esperan, ni él ni yo.
Hoy, ante lo que veo y padezco de la actual gobernación, pregunto casi lo mismo a los amigos con quienes comento la situación de desastre en la economía y también en el ambiente político. Aquella vieja pregunta cobra, en los tiempos actuales, una actualidad que sorprende; por ello, suelo hacerla a la persona con quien comento la situación que enfrentamos.
Por eso le pregunto a usted: ¿Dónde parará todo esto? ¿Tiene idea del desenlace que nos espera, dado lo que vemos y padecemos? ¿Piensa usted que la gobernación que desarrolla el Presidente, plagada de ocurrencias y desatinos que han aumentado en número y nivel de insensatez estas últimas semanas, tendrá un final feliz?
Las cosas en México, se acepte o no, han empeorado en un grado que hace poco era impensable; al mismo tiempo que se ha registrado una grave degradación de la situación interna en todos sentidos, la que priva en el exterior —específicamente en los países que son nuestros principales socios comerciales—, ha seguido esa misma ruta.
¿Quién podría en este momento afirmar, que él había visto venir este proceso de degradación que cada día luce más complicado y la gravedad resultante, lejos de verse reducida, se acrecienta? ¿Quién, aquí y allá, se habría atrevido a pronosticar hace dos o tres meses, que en los días que corren íbamos a estar frente a lo que se considera ya por unos y otros —a excepción de unos cuantos gobernantes fuera de sus cabales—, la peor recesión desde la del año 1929?
Las conductas que hemos visto de otros gobernantes en estos últimos días permiten vislumbrar —para México—, una tragedia de alcances inimaginables. El crecimiento del PIB estimado por el gobierno federal en los Criterios Generales de Política Económica 2020 (2.0%), entregados al Congreso el 8 de septiembre del año próximo pasado, ha sido sustituido por un porcentaje cercano al 4.0% de decrecimiento. Es decir, aquel 2.0% es hoy, ni más ni menos que el -4.0 por ciento.
La caída (de seis puntos del PIB), lejos de esperar que mejore, seguirá cayendo. Si el nuevo pronóstico lo combinamos con las expectativas de crecimiento de la economía de Estados Unidos para este año, las cosas lucen todavía peor.
Esto —que sería infantil pretender negar o siquiera maquillar—, hace que suene a la peor de las insensateces las decisiones tomadas por el Presidente; además, las ocurrencias y torpezas de los integrantes de su equipo más cercano, sólo agravan lo ya de por sí grave. Por eso les pregunto, al uno y a los otros: ¿Tienen idea dónde parará esto?
Ante el agravamiento evidente de la situación, uno esperaría racionalidad y mesura, y una lectura objetiva de la situación para poder empezar a enfrentarla. Por el contrario, ¿a qué gobernante en sus cabales se le ocurriría, en condiciones como las que enfrentamos hoy, poner en peligro una inversión del orden de los 1,400 millones de dólares americanos en Mexicali, B.C., de la empresa Constellation Brands, máxime cuando el avance ronda ya el 70%?
¿En cabeza de quién cabe preguntar, demagógica e irresponsablemente mediante un ilegal remedo de consulta, si esa inversión se autoriza o no? ¿A qué gobernante —con la mínima de sensatez y cordura—, se le ocurriría preguntar a grupos de personas cuyos niveles de ignorancia y falta de honradez intelectual presagian lo peor, si están de acuerdo que se lleve a cabo una inversión que cuenta —desde hace años—, con todos los permisos requeridos por los tres órdenes de gobierno?
Al margen del resultado de esa farsa, la irresponsabilidad presidencial ha quedado manifiesta y, sin duda, el daño para el país en lo que se refiere al ambiente de negocios y la confianza en él como destino de inversión, está hecho.
Ese ejemplo no es, por desgracia, el único que exhibe la visión caduca e ideologizada de manera enfermiza del Presidente en materia de inversiones. De ahí la pregunta, ¿dónde parará todo esto? ¿Acaso, como muchos afirmamos, en un México en la debacle total con su economía en el fondo del abismo, toda hecha pedazos? Información Excelsior.com.mx