“Me voy a matar”, dijo, y con una navaja se cortó el cuello. Enseguida la sangre comenzó a brotar de manera escandalosa.
Así comenzó una tarde de angustia para una familia del fraccionamiento “Aquaparque” de Mérida.
Noé Domínguez realizaba una videollamada con sus compañeros de trabajo. Hace 15 días habían bajado de una plataforma petrolera y disfrutaban de los días de descanso, pero Noé no la estaba pasando bien. Y así, mientras realizaba la llamada, decidió atentar contra su vida.
Sus amigos, desesperados, trataron de ayudarle por teléfono, pero como no sabían cómo llegar hasta su casa, decidieron llamar a Ciudad del Carmen, Campeche, para pedir la dirección exacta de la vivienda.
Al llegar a la casa se encontraron la vivienda rodeada por elementos de la SSP, policías y paramédicos, además de familiares del hombre, hijos, hermanos, pareja… todos habían estado ahí casi dos horas tratando de hablar con Noé, pero él no los escuchaba y la desesperación comenzaba a invadirlos. Al parecer Noé pasaba por una decepción amorosa, pues hace tres días sacó a su pareja de la casa que compartían en la calle 27-B con 6-A del mencionado fraccionamiento.
Ayer, cerca del mediodía, el trabajador petrolero amenazó con suicidarse. En un momento dado, comentaban testigos, trató de aventarse de un segundo piso, pero no lo hizo. Entonces, tuvo una riña con uno de sus hijos cuando éste le pidió que se tranquilice.
Momentos después, el hombre se encerró en una habitación de la casa número 331 de la mencionada dirección, ahí comenzó a hablar con sus amigos y atentó contra su vida.
En el lugar, policías y paramédicos platicaban con la familia. Les decían que si no lo atendían, pronto era probable que el hombre muera desangrado.
Pero nadie se atrevía a entrar a la habitación, Noé seguía armado y entrar a la fuerza podría resultar contraproducente.
Entonces fueron llegando más personas al lugar, elementos de la Policía Estatal de Investigación (PEI) y psicólogos, todos tratando de hablar con Noé para que accediera a abrir la puerta y puedan atenderlo.
Al no obtener respuesta, los agentes investigadores fueron por unas cizallas, un mazo y otras herramientas con las que lograron desprender el protector de una ventana. Iban a intentar sorprender a Noé.
Cerca estaba una psicóloga y platicaba con Noé y le pedía que abriera la puerta, pero aquél no accedía. La desesperación cada vez invadía más a la familia y una de sus hijas, una joven, desesperada comenzó a rogarle al hombre, a gritos, que no lo hiciera, que no se matara. “¡No lo hagas, papá, no lo hagas!”.
De entre la gente que estaba fuera, en la calle, salió una voz que dijo: “¡A él sí lo escucha, que lo dejen entrar!”. Era precisamente uno de sus compañeros de la plataforma con que hablaba.
El compañero de Noé ingresó a la vivienda, habló un rato con él y finalmente pudieron entrar a rescatarlo.
Los paramédicos ingresaron a la habitación y después de casi tres horas el afligido hombre fue abordado a una ambulancia y trasladado a una clínica particular.
Sus motivos, comentaban, eran varios, entre ellos la infidelidad de su pareja o una infección crónica. Por suerte para los presentes y para él mismo, no consiguió su objetivo. Información Megamedia