Por Jorge Fernández Menéndez
Hay que seguirle la pista al dinero, decía en sus novelas negras Dashiell Hammett y tenía razón: el dinero no siempre es el responsable de muchos actos (el rencor, el odio, la revancha, el miedo, la pasión, funcionan también como motor de muchos crímenes), pero cuando hablamos de crimen organizado no hay margen para el error: hay que seguirle la pista al dinero.
Hace ya demasiados años, debe haber sido a fines de 1995, entrevisté al que, probablemente, ha sido el mejor zar antidrogas de los Estados Unidos, el general Barry Mac Caffrey. Si hubo algún momento en que Estados Unidos hubiera podido cambiar la estrategia antidrogas fue con Bill Clinton en la Casa Blanca y con Mc Caffrey como zar.
En una larga entrevista, le pregunté por el dinero del narcotráfico. Me dijo que él calculaba que el negocio del narcotráfico dejaba en su país miles de millones de dólares, quizás seis mil millones (en realidad ni allá ni aquí, ni entonces y ahora, nadie tiene una idea real de cuánto genera el narcotráfico: el último estudio que realizaron Hacienda y el Departamento de Tesoro, estimaba que dejaba una utilidad de entre 19 mil y 29 mil millones de dólares, pero un margen de error de diez mil millones de dólares le quita toda seriedad al estudio). Y le pregunté qué pasaba con esa enorme suma de dinero. Sin dudarlo, Mc Caffrey me dijo que el 90 por ciento de todo el dinero del narcotráfico se queda en el sistema financiero de los Estados Unidos y el diez por ciento restante regresa a los países de origen. Cuando le pregunté por qué no lo podían detectar me dijo que en un sistema que mueve billones y billones de dólares no es tan sencillo detectarlo.
En esos años, Amado Carrillo Fuentes, el Señor de los Cielos, había decidido vivir entre Cuba y Argentina, con inversiones en distintos países, como Chile, Colombia y Costa Rica. Nadie sabe, por obvias razones, cuánto y en qué invirtió exactamente en Cuba, pero sí sabemos algo de lo que ocurrió en Argentina. Compró departamentos, ranchos con miles de hectáreas de terreno, invirtió en espectáculos, en el mundo artístico y hasta en la campaña electoral de Eduardo Duhalde y Palito Ortega. Amado, en julio de 1997, vino a México a hacerse una operación de cirugía estética a México y murió asesinado por sus médicos. Eran cientos, algunos dicen que miles de millones de dólares los depositados e invertidos en Argentina. Hasta el día de hoy no se sabe con claridad siquiera a dónde fue a parar todo ese dinero y esas propiedades. Algunas están aún hoy en litigio entre sus distintos testaferros y uno de los que se apropiaron de ellas hace unos meses murió sorpresivamente en pleno centro de Buenos Aires. En México, el dinero de El Chapo causó desde asesinatos (se asegura que el de Paco Stanley tiene relación con ello) hasta ajustes de cuentas en el propio cártel. La red del dinero no se develó.
Ahora se aproxima el juicio de Joaquín El Chapo Guzmán, en Estados Unidos. La caída de El Chapo comienza desde que la revista Forbes lo exhibe como uno de los mayores millonarios del mundo, estimando su fortuna en unos mil millones de dólares. Cuando fue detenido y extraditado a los Estados Unidos, Donald Trump llegó a declarar que con el dinero de El Chapo pagaría el tristemente célebre muro en la frontera. Pero lo cierto es que, hasta el día de hoy, el gobierno de Estados Unidos no ha logrado decomisar ni un dólar de El Chapo.
Esas fortunas existen, pero nadie sabe dónde están o quién es propietario de ellas. Ayer leíamos en Excélsior que según un documento de la DEA, los cárteles invierten en moneda electrónica, en bitcoins y sobre todo en China. Puede ser, aunque las cantidades son tan astronómicas que, difícilmente, se pueden manejar sólo con ese instrumento.
Todo esto viene a cuento porque la semana pasada el próximo secretario de seguridad, Alfonso Durazo, dijo que en la nueva estrategia de combate al crimen ya no se continuará “con la captura de los llamados objetivos prioritarios… será, dijo, más importante perseguir el dinero que a los narcotraficantes; lo que le da capacidad de operación al narco no son los liderazgos, es el recurso financiero”.
No entiendo por qué la captura de los objetivos prioritarios se contradice con perseguir su dinero. Uno creería que al detenerlos es más fácil llegar a su dinero. Pero es verdad que se requiere una estrategia de combate financiero que vaya mucho más allá de todo lo hecho hasta ahora, que es bastante poco. Eso le daría sentido la incorporación de la unidad de delitos financieros de la SHCP a la nueva SSP o la creación, no explicada hasta ahora, del grupo formado por PGR y DEA en Chicago la semana pasada. El exprocurador Raúl Cervantes tenía, por cierto, un muy buen proyecto estratégico al respecto que no estaría de más que Durazo conociera.
Pero hay que asumir que desentrañar esas madejas no será fácil ni dará resultados en el corto plazo. Insisto: si Estados Unidos no ha podido decomisar ni una sola cuenta bancaria al Chapo y si nadie ha logrado entrar a combatir el dinero negro en la red, mucho menos en China ¿cómo se le quitarán en México sus recursos a los narcos? El desafío en ese ámbito es sencillamente enorme. Qué bueno que se asuma.Información Excelsior.com.mx