Por Carlos Ornelas
Según se desprende de sus documentos constitutivos, la CIES es una asociación académica que se dedica acrecentar la comprensión de problemas, tendencias y políticas educativas por medio de perspectivas comparadas, interculturales e internacionales. Sus casi tres mil miembros —investigadores, analistas, profesionales y alumnos de posgrado— emplean diferentes marcos conceptuales para explorar temas de educación. Incluyen escuelas, estudiantes, maestros, directivos y tramas que abarcan desde la primera infancia hasta el posgrado, también educación no formal y aprendizaje permanente.
Casi la mitad de sus miembros son académicos y educadores jóvenes que aplican teorías y métodos de las ciencias sociales y la historia para abordar los problemas educativos más abstrusos del mundo. La CIES también patrocina una revista arbitrada por pares, la Comparative Education Review.
En esta sociedad, integrantes de más de 100 países debatimos asuntos candentes de las reformas educativas y el papel que representan las organizaciones intergubernamentales a la par que los gobiernos nacionales y los sindicatos de profesionales de la educación. Buena parte de nuestras preocupaciones tiene que ver con el magisterio, su formación, aspiraciones, problemas; partimos de la premisa de que las y los docentes son los actores principales del hecho educativo. Por ello son el foco de críticas o de elogios; unos, quienes sostienen puntos de vista cercanos al neoliberalismo, los ven como culpables de los males de la educación; otros, cercanos a enfoques críticos, los consideran víctimas de sistemas injustos. Otros analizan su hacer en términos equilibrados, como profesionales donde hay buenos y mediocres, responsables e inconsecuentes, reflexivos y veleidosos. En suma, como personas con virtudes y defectos.
El Congreso se organiza en talleres, donde investigadores veteranos transfieren información, métodos de análisis y experiencias de desarrollo educativo. Tenemos paneles colectivos que se organizan alrededor de tramas que seleccionan los grupos de interés especial. Los hay por temas y regiones. En estas sesiones, tres o cuatro académicos, profesionales y estudiantes, comparten avances de sus investigaciones o altercan por un asunto particular. El fin principal es aprender unos de otros, si bien a veces debatimos en tonos airados —aunque siempre respetuosos— en defensa de nuestras posiciones.
También hay Presidential Panels, donde participan investigadores con reconocimiento internacional y funcionarios de gobiernos y organismos. Por el énfasis en el giro Sur-Norte y la colaboración Sur-Sur, Regina Cortina asentó que una de las sesiones presidenciales destacadas reunirá a proponentes de la teoría de descolonización de América Latina y las teorías subalternas del sur de Asia. El objetivo es analizar la diversidad de contribuciones intelectuales de grupos, personas y regiones que a menudo no se escuchan en estudios académicos. Para enfatizar el diálogo Sur-Norte, ponentes de América Latina hablan de universidades que incluyen conocimientos antes marginados en la investigación educativa, junto con el aprendizaje de programas diseñados para incluir voces, culturas e idiomas de sus pueblos originarios. Por esta razón, en la ceremonia inaugural, el líder espiritual Dabadi Thaay Agustín Ranchero Márquez dio la bienvenida al CIES 2018 a estas tierras con la ceremonia de los cuatro puntos cardinales. El propósito: abrir el espacio espiritual e intelectual para el diálogo Sur-Norte.
También hay conferencias magistrales. Escribo esta nota el martes 27 por la mañana; cuando el lector le ponga el ojo ya habrá pasado la Conferencia George F. Kneller, que estará a cargo del secretario de Educación Pública, Otto Granados Roldán. Como es de esperarse, expondrá acerca del desarrollo de la Reforma Educativa. Defenderá su hacer. Puedo pronosticar que habrá debate, pero en un marco de respeto.
El espacio se agota y el tiempo apremia. Comentaré más de este encuentro en colaboraciones futuras. Información Excelsior.com.mx