Por: Yuriria Sierra
Iba a comenzar haciendo referencia a las últimas horas en Venezuela, pero para entender el contexto, debemos recordar todo lo que ha sucedido en los últimos días, semanas, meses y años. En este espacio hemos hablado de todo ello. “El país está en caos, y el que se vive en las calles es el ejemplo más literal, pero, no es el único. Empresas de varios sectores han detenido su producción, no hay insumos ni dinero para importarlos. Además de que la ideología de Chávez, que sigue al pie de la letra Maduro, limita las decisiones que estas industrias podrían tomar. Y no sólo es el desabasto, sino también las consecuencias —o causas— de esto: devaluación, pobreza, inflación y devaluación…”, esto lo escribí en 2014, hace poco más de tres años. Nada ha cambiado desde entonces, o más bien los cambios han sido para empeorar la situación de los ciudadanos. Aunque, debemos reconocerlo, también con el tiempo la opinión sobre el régimen de Maduro se ha endurecido, y los países de la región han comenzado a tomar acciones en defensa de un pueblo que hoy está en medio de evidente golpe de Estado orquestado desde el mismo gobierno.
“A Maduro no le importa lo que pasa en las calles, al menos no si no son aplausos. No ha mostrado interés por las condiciones en que viven los venezolanos. Sólo está listo para el conflicto y así defender su indefendible gobierno. La única reacción que ha tenido frente al llamado de la OEA y la declaratoria de crisis humanitaria ha sido llamar “traidorcillo, inepto, basura de ser humano” a Luis Almagro. Afirma que defenderán en “todos los planos, políticos y diplomáticos”, a Venezuela, porque él y su gobierno tienen la razón…”, esto dijimos hace apenas unas semanas, cuando comenzó el que sería un episodio definitivo para lo que hoy estamos viviendo, cuando Maduro se fue directo hacia la yugular la de OEA y su presidente, que lo instó a llamar a elecciones.
Mientras miles de ciudadanos salen a las calles no sólo a protestar, sino a buscar comida, medicamentos o cualquier artículo de primera necesidad que, sabemos, se encuentran agotados porque no hay ni insumos ni combustibles para transportar los que se alcanzan a producir, Maduro da mensajes a la nación, baila, canta. O, al menos, eso es lo que habíamos visto hasta ayer.
Y es que teniendo un legislativo en su mayoría opositora, que comenzó a hacer presión gracias al llamado de la OEA, Maduro se encargó que arrebatarle sus competencias. Es decir, el líder venezolano quitó los poderes a su Poder Legislativo para que no tomen ninguna decisión que le parezca inconveniente. Así es como entiende la democracia, porque no se nos ocurra llamarlo un dictador.
“Me están facultando con un poder habilitante especial para defender la institucionalidad, la paz, la unión nacional y rechazar amenazas de agresión o intervencionismos contra nuestro país. Ésta es una sentencia histórica…”, dijo Maduro mientras en la OEA la presión para poner en marcha la Carta Democrática se analizaba con cada país de la organización, incluido México, de quien Maduro se expresó con dureza hace apenas unos días, considerándonos “la punta de lanza de la agresión y el intervencionismo contra Venezuela…”. Ser considerado un opositor al régimen venezolano, debe ser visto más bien como un halago.
Para el momento en que se escriben estas líneas, la Asamblea Nacional sigue sin recuperar sus poderes, la OEA no ha puesto en marcha la aplicación de la Carta Democrática, pero somos testigos de algo insólito, de un autogolpe de Estado que Maduro da con la finalidad de no perder su poder. Así de irracional el gobierno que tanto se empeña en defender. Para eso alcanza el chavismo.
Información Excelsior.com.mx