Por Yuriria Sierra
“Usted, sus ejecutivos, sus principales productores, sus vendedores élite, así como sus más preciados socios, podrán disfrutar de una experiencia de viaje reservada hasta ahora únicamente para jefes de Estado…”, la frase seductora que no ha seducido a nadie.
El Boeing TP01 no levantó el vuelo. El José María Morelos y Pavón no llegó ni a la pista más que para su viaje de vuelta. No hubo comprador y va a tener que regresar a México tras un año en Estados Unidos.
Andrés Manuel López Obrador aseguraba, un día sí y el otro también, que había ofertas y varios interesados. Incluso afirmaba que algunas de las propuestas estaban por encima de su avalúo actual, 130 millones de dólares, pero hoy sabemos que ninguna se concretó.
La estancia de la aeronave en California nos ha costado, a todos, 28 millones de pesos por conservación y mantenimiento. A esto debemos sumarle 75 mil pesos, cada semana, por los servicios para mantenerlo en condiciones óptimas para volar.
Y debido a estos gastos y a la poca o nula posibilidad de venta, se decidió traerlo de regreso.
Lo que fue un asunto altamente taquillero en campaña, hoy es un tropiezo que pudo prevenirse.
Este avión, acuñado por el presidente Andrés Manuel López Obrador como símbolo de la corrupción y el derroche de administraciones pasadas, fue condenado al rincón de un hangar en el extranjero junto a la intención de venta.
Ese avión que no lo tenía ni Obama no lo quiso ni… bueno, nadie.
Su destino, hoy, es convertirse en “la nave más emblemática del continente…”; en el “pináculo de la aviación empresarial del mundo…”, como lo describen en los folletos que el Gobierno de México preparó para su promoción entre empresarios.
Hoy les queda evaluar tres opciones: aferrarse a su venta directa a un comprador, venderlo a una sociedad de doce empresas (lo cual resulta una transacción complicada, versión aérea de un tiempo compartido) o rentarlo por hora.
Jorge Mendoza, director de Banobras, señaló que hasta diciembre de 2019 se pagaron mil 853 millones de pesos y queda pendiente un remanente por 2 mil 724 millones de pesos del 2020 al 2027.
La deuda con Banobras podría saldarse con el costo actual del avión. La aeronave será resguardada en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, en lo que en algún momento conocimos como el hangar presidencial.
No hay manera de llevarlo a otro lugar, como Santa Lucía, pues estaría en riesgo debido a los trabajos del aeropuerto Felipe Ángeles.
Era de esperarse. Salió mucho más caro el intento de deshacerse del avión que haberlo utilizado para los traslados del Presidente y su gabinete.
Habría sido más barato y seguro mantenerlo en operación. Habría sido una nueva oportunidad para corregir un posicionamiento que al tiempo se agota.
La promesa de venta en tiempos de campaña es sombra en tiempos de gobierno. No lo habría querido así el Presidente, pero tal vez es momento de echar a volar ese avión antes de que genere más costos, porque mantenerlo aquí en exhibición también implica gastos de mantenimiento.
¿Vale la pena tanta complicación antes de abrirle pista?
Información Excelsior.com.mx