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El inquietante mensaje en la refinería

Por Pascal Beltrán del Rio

Un día después de que el presidente Andrés Manuel López Obrador había declarado finalizada la guerra contra el crimen organizado, apareció en una de las puertas de la refinería Ing. Antonio M. Amor, de Salamanca, Guanajuato, una camioneta con un paquete explosivo y una manta firmada por el líder de un grupo delincuencial que encabeza el robo de combustible en el corredor industrial de ese estado.

El miércoles, en su conferencia mañanera en Palacio Nacional, el Ejecutivo había respondido a una pregunta sobre cuántos capos habían sido detenidos en el marco de la lucha contra el huachicoleo.

La solicitud fue dirigida a los secretarios de Seguridad Pública y de la Defensa, ahí presentes, pero López Obrador quiso contestarla él mismo:

“No se han detenido a capos porque no es esa nuestra función principal, sino garantizar la seguridad pública. Ya no es la estrategia de los operativos para detener a capos. Lo que buscamos es que podamos disminuir el número de homicidios diarios, de robos, de secuestros. Eso es lo fundamental, no lo espectacular. Se perdió mucho tiempo en eso y no se resolvió nada”.

—¿Se acabó la guerra contra el crimen? –le preguntaron.

—No hay guerra. Oficialmente no hay guerra. Nosotros queremos la paz. Vamos a conseguir la paz.

La víspera, elementos de la Armada habían acudido a un poblado del municipio de Villagrán, en Guanajuato, para decomisar camiones con combustible que se habían reunido en ese lugar. Los marinos se toparon con la resistencia de los lugareños, quienes atravesaron vehículos en los caminos aledaños –entre ellos, la carretera libre Celaya-Salamanca– y los incendiaron, tratando de inhibir el operativo militar.

“Yo llamo a la gente de Guanajuato y de todo el país para que no se proteja a la delincuencia, que no se toleren estos actos”, agregó López Obrador.

No había pasado un día de que había pronunciado estas palabras cuando apareció una camioneta pick up roja estacionada frente a la puerta número 4 de la refinería de Salamanca.

En su interior había un objeto formado por varios cilindros, del que salían unos tubos o cables. Además, una manta en la que alguien había escrito un mensaje dirigido al presidente López Obrador, exigiéndole sacar a soldados, marinos y policías federales de Guanajuato y amenazando con matar a personas inocentes en caso de incumplimiento.

“Esto no es un juego”, decía el mensaje, firmado por El Señor Marro. Ése es el apodo de José Antonio Yépez Ortiz, identificado como el jefe de la organización criminal conocida como Cártel de Santa Rosa de Lima, cuya base está en la zona de Villagrán y se dedica principalmente al robo de combustible.

El jueves 24 de enero, en este espacio, escribí que me había parecido imprudente que el Presidente hubiese atravesado 170 kilómetros del territorio de Guanajuato, la noche que estalló el ducto en Tlahuelilpan, Hidalgo, para viajar de Aguascalientes al lugar de la mortífera explosión.

Hoy, ese viaje tiene que verse en otro contexto, por las amenazas contra López Obrador en la manta que apareció en Salamanca casi dos semanas después. La vida del Ejecutivo pudo estar en serio peligro aquella noche del 18 de enero.

Ayer, mientras estaba al aire en Titulares de la Noche de Excélsior Televisión, fui alertado de una información aún más inquietante. La confirmación, por parte de la Sedena, de que el objeto encontrado en el asiento de la camioneta frente a la refinería contenía Emulex 1, un explosivo usado en voladuras de minería y trabajos de construcción.

Pronto comenzaron a circular fotos de soldados con trajes antibomba, junto con datos que daban cuenta de que el artefacto había sido destruido en un paraje rural al sur de Salamanca.

La información de la Sedena se conoció casi 12 horas después de que el vocero del gobierno federal, Jesús Ramírez Cuevas, había desmentido que se hubiese encontrado un explosivo frente a la refinería.

Más tarde, cuestionado sobre las amenazas escritas en la manta que apareció en Salamanca, López Obrador dijo que éstas no harían que incrementara sus medidas de seguridad.

“Quien lucha por la justicia no tiene nada que temer”, indicó durante una visita a Tlaxcala.

En mi opinión, el explosivo y las amenazas que alguien dejó frente a la refinería durante la madrugada de ayer cambian las reglas del juego: sobre la seguridad del Presidente, sobre la estrategia contra el huachicoleo y sobre la lucha contra el crimen organizado.

Es cierto, aún no se sabe con certeza quién dejó ese macabro mensaje, pues el llamado Cártel de Santa Rosa de Lima desmintió que fuese de su autoría, pero lo que queda claro es que los intereses en juego son muy grandes. Información Excelsior.com.mx

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