Por Pascal Beltrán del Rio
Han pasado casi dos años y medio desde que una mayoría de los votantes británicos (51.9%) aprobó en un referéndum que su país se separe de la Unión Europea (UE).
El Brexit –como ha sido denominada la salida de Reino Unido– ha sido muy complicado de concretar.
El proceso fue desencadenado el 29 de marzo de 2017 con la invocación, por parte del gobierno de la primera ministra Theresa May, del artículo 50 del Tratado de Lisboa.
Hasta antes de 2009, cuando entró en vigor dicho instrumento legal, no existía forma de que un país miembro abandonara la UE. El artículo en cuestión contempla un plazo de dos años para concretar la separación. En el caso del Brexit, ese plazo termina el próximo 29 de marzo.
A lo largo de casi 21 meses, Londres y Bruselas han estado metidos en un proceso de negociación que aún no ha sido formalizado. Aunque ya existe un acuerdo de separación, la primera ministra May frenó la semana pasada su presentación ante el Parlamento británico para evitar un inminente voto de rechazo.
El acuerdo negociado con la Unión Europea ha sido un dolor de cabeza para May. Ya sufrió la renuncia de varios miembros de su gabinete y tuvo que enfrentarse el miércoles pasado a un voto de censura por parte de su bancada, que sobrevivió por 200 votos contra 117. Aunque mantuvo el liderazgo de los Tories, anunció que no buscaría prolongar su mandato en las próximas elecciones generales.
May viajó ayer a Bruselas para entrevistarse con líderes europeos, en un intento de lograr concesiones de última hora para que el acuerdo sea más digerible en Reino Unido y tenga posibilidades de ser aprobado por una mayoría en la Cámara de los Comunes.
Sin embargo, hasta el momento de escribir estas líneas, la primera ministra sólo había encontrado una reiteración de lo que ha venido escuchando durante las últimas semanas: el acuerdo negociado es lo mejor que puede ofrecer la Unión Europea y no hay lugar a mayores concesiones.
Uno de los puntos más álgidos es qué hacer con la frontera entre el Ulster (Irlanda del Norte) y la República de Irlanda. Al ser ambos parte de la UE, Reino Unido e Irlanda habían eliminado la frontera física entre esas dos porciones de la isla.
Irlanda e Irlanda del Norte están tan integrados que una carretera que conecta las poblaciones de Clones y Cavan cruza la frontera cuatro veces a lo largo de diez kilómetros sin que los viajeros se den cuenta porque ni siquiera existen letreros.
Aunque casi nadie de esos dos países desea regresar a una “frontera dura” –pues traería recuerdos del conflicto armado que se vivió allí durante décadas–, todos saben que el statu quo no puede mantenerse después del Brexit.
La solución que se ha encontrado –denominada backstop– es que Irlanda del Norte reciba un tratamiento aduanero distinto del resto de Reino Unido, algo que no convence a los parlamentarios británicos. De hecho, es la principal razón por la que el acuerdo podría ser rechazado en Westminster.
¿Qué escenarios existen para el Brexit?
El menos probable es que Bruselas y Londres renegocien en los próximos días los términos de la separación de modo que el acuerdo sea aprobado.
Otro, es que Reino Unido desista de la separación en función de las dificultades encontradas. Ese tampoco es un escenario muy factible, pues el Brexit sigue teniendo muchos partidarios.
Hasta hace poco, se pensaba que Reino Unido no podía detener el proceso de separación sin el acuerdo unánime del resto de los países de la UE. Sin embargo, un reciente fallo de la Corte Europea de Justicia determinó que sí es posible, siempre y cuando se haga de forma democrática, lo cual implicaría realizar un nuevo referéndum.
Uno más es que se extienda el periodo de negociación, pero eso requeriría que todos los países de la Unión Europea lo aprobaran.
El cuarto escenario es uno que crearía una serie de incertidumbres legales: el que el Reino Unido salga de la UE sin un acuerdo de separación.
Los especialistas creen que esto daría lugar a complicadas disputas comerciales y migratorias, entre otras, al no haber convenios para resolverlas.
A dos años y medio de la decisión tomada por los votantes en el Reino Unido, el Brexit sigue siendo un nubarrón sobre la economía mundial.
Ayer, en Bruselas, el primer ministro luxemburgués Xavier Bettel mostró la desesperación que existe entre los líderes europeos por la prolongación de este entuerto.
Cuestionado sobre si no sería más adecuado ofrecer mejores términos al Reino Unido para que los parlamentarios de ese país acaben de aprobar el acuerdo de separación, Bettel dijo a los reporteros: “Ésta fue una idea de los británicos, no nuestra. Y la aprobaron con base en un montón de mentiras”. Información Excelsior.com.mx