Por Pascal Beltrán del Rio
En el actual diferendo con Estados Unidos, el presidente Andrés Manuel López Obrador, no necesita probar que la mayoría de los mexicanos están ofendidos por la amenaza de Donald Trump de imponer aranceles a México y que, en ese sentido, esa mayoría apoya los esfuerzos que hace su gobierno por impedir que el chantaje se materialice.
López Obrador incluso ha recibido el apoyo público de empresarios e intelectuales.
Ayer, sin embargo, el Presidente decidió que quiere ver y escuchar el apoyo de la plaza, el escenario en el que él se siente más cómodo. Durante su conferencia mañanera, convocó a un mitin en Tijuana para el próximo sábado, al que llamó “acto de unidad en defensa de la dignidad de México y en favor de la amistad con los Estados Unidos”.
Para mí, es una mala idea. Y lo es porque quiero que tengan éxito las gestiones que realiza el gobierno para conjurar la amenaza que ha lanzado Donald Trump.
Escribo estas líneas sin saber el resultado de las pláticas, que ayer se reiniciaron en la sede del Departamento de Estado, en Washington, luego de que no tuvieron éxito en su primera jornada.
Me parece que convocar a un mitin en Tijuana dará a Trump el pretexto que necesita para imponer los aranceles. Si eso es lo que, en el fondo, desea el presidente López Obrador, lo ignoro; pero no hay que ser muy perspicaz para adivinar que el inquilino de la Casa Blanca interpretará el “acto de unidad” como una agresión.
Obvio es que ese mitin será una gigantesca mentada de madre para Trump. La simple convocatoria es un desmentido a los deseos de los que ha hablado López Obrador para que se mantenga la amistad entre él y su homólogo.
La justificación para imponer aranceles extraordinarios a las exportaciones mexicanas ha sido el hecho de que están llegando grandes grupos a la frontera entre los dos países con la intención de entrar en Estados Unidos. De hecho, el día que hizo su anuncio, el jueves 30 de mayo, Trump lo ilustró con imágenes de una detención masiva de migrantes indocumentados, justo en el límite Tijuana-San Diego.
Se queja Trump de que México ha dejado pasar este año a medio millón de centroamericanos… ¿y la respuesta es un mitin multitudinario en Tijuana?
Por menos que eso, autoridades migratorias de Estados Unidos han cerrado la garita local.
Además, la imagen de un mitin en la frontera –en el que seguramente habrá reproches– no va a ayudar a México a hacerse de los apoyos que necesita en Estados Unidos para enfrentar a Trump. Va a ser difícil distinguir si el mitin es contra el Presidente estadunidense o contra el país. Igual que en México, aquél es, al mismo tiempo, jefe de Estado y gobierno.
¿A qué mexicano le gustaría que Trump encabezara en estos momentos un mitin en la frontera en la que se lanzaran expresiones contra México o contra su Presidente?
Imaginemos un escenario en el que algo se sale de control el sábado en Tijuana: una agresión –incluso instigada por provocadores– contra un ciudadano, una empresa o el consulado de EU, o un intento masivo de cruzar la frontera.
Nada benéfico traerá ese mitin. Es lógico que se convertirá en un festival de insultos para Trump, lo cual provocará aún más al irascible mandatario e incluso orillará a sus rivales políticos en Estados Unidos a parecer antiestadunidenses si siguen repudiando la aplicación de los aranceles.
¿Acaso se busca justamente eso? ¿Condenar a la economía del país en aras de la popularidad? Información Excelsior.com.mx