Por Francisco Garfias
Ahora es el PAN el que toma tribunas, abandona las sesiones, despliega mantas, critica la “militarización” de la lucha contra el crimen organizado, cuestiona al próximo gobierno. Se asume como oposición dura.
El PRI está agazapado. Le hace el juego a Morena. Sus posturas están más cerca de López Obrador que de la oposición. Sus diputados no abandonan el salón de sesiones ni por equivocación.
Ni siquiera cuando se aprobó la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, que otorga un montón de facultades a los “superdelegados” de Morena en detrimento de los gobernadores.
Sus senadores apenas se ven. Mantienen la cabeza agachada.
A los guindas les toca defender al gobierno; modificar la Constitución para legalizar la presencia de las Fuerzas Armadas en las calles para realizar labores propias de la policía. Pero también aplaudir al Presidente electo, camuflar sus errores y esperar línea para alzar el dedo.
Yo no me trago el cuento de que Monreal se fue por la libre en lo de la eliminación de las comisiones de los bancos. El zacatecano es uno de los que mejor conoce al tabasqueño. Sabe que no admite que nadie se brinque las trancas. El que sí tragó sapos fue Ricardo.
Del PRD no hay mucho que agregar. Quedó descolorido. Da lástima. Está condenado a desaparecer o, cuando mucho, a ser el PPS o el PARM del siglo XXI.
Quiere jugar a la oposición. No le alcanza. Sus bases se mudaron a Morena atraídas por un programa de izquierda. No les gustó el panista Ricardo Anaya como su candidato presidencial.
Les arrebataron el control de la Ciudad de México —su bastión— y las gubernaturas de Morelos y Tabasco.
No cuentan en el Congreso federal. En la Cámara de Diputados local les queda algo más de presencia. Perdieron delegaciones. Un desastre. Quedan, eso sí, honrosas excepciones que están condenadas a irse a Morena o desaparecer.
La 4ª Transformación trae a México de cabeza. Es el mundo bizarro. Todo al revés.
El juicio de El Chapo en Nueva York está convertido en un verdadero espectáculo mediático, alimentado por supuestas revelaciones espectaculares, hechas por la defensa o por testigos.
Se ha llevado grandes titulares.
Primero fueron los supuestos sobornos pagados a Felipe Calderón y a Enrique Peña —ya desmentidos— de los que habló el abogado de El Chapo, Jeffrey Lichtman, sin aportar pruebas.
Luego vino la revelación de Jesús Rey Zambada —hermano de El Mayo— acerca de que el jefe del Cártel de Sinaloa quería asesinar al zar antidrogas, José Luis Santiago Vasconcelos, fallecido en el mismo avionazo de Juan Camilo Mouriño, por no aceptar sobornos.
Ahora es la acusación del mismo testigo, Jesús Rey Zambada, con respecto a que le dio seis millones de dólares a Genaro García Luna para que pusiera a un comandante a modo en territorios controlados por el Cártel de Sinaloa, cuando era responsable de la Agencia Federal de Investigaciones.
“No tenía facultades de designación, vínculo ni competencia ni jurisdicción” para la adscripción de los comandantes y policías, asegura García Luna.
El extitular de la SSP nos mandó ayer un comunicado en el que responde a las acusaciones que le hizo el jefe Zambada. “Es mentira, difamación y perjurio a mi persona”, asegura.
Y más: como jefe de la AFI “no tenía facultades de designación, vínculo ni competencia ni jurisdicción” para la adscripción de los comandantes y policías.
“Respecto de la segunda referencia como secretario de Seguridad Pública federal, donde me difaman, subrayo que nunca tuve contacto ni recibí personas vinculadas con la actividad delictiva…
“Nunca se ha aportado una sola prueba o evidencia de esas infamias”, sintetiza el comunicado de Genaro, que acompaña con reconocimientos que le han hecho gobiernos y agencias antidrogas a nivel internacional.
En el PAN se produjo ayer una renuncia en masa. Son 67 militantes de base originarios de distintos lugares de la República, esos que le dedican tiempo, dinero y esfuerzo al blanquiazul. No hay grandes personalidades ni exgobernadores ni exdirigentes ni cuates de los “próceres”. Pura cultura del esfuerzo.
Los 67 firmaron una carta en la que dicen que, aunque se van del partido, no renuncian al ideario de Acción Nacional. “Esta decisión no es fácil, pero resulta tan inevitable como impostergable”, dice la misiva.
Los que se van dejan claro que no están de acuerdo con el proceso interno para renovar la dirigencia nacional que culminó con el triunfo de Marko Cortés.
“Nos parece indigno que el mismo grupo que secuestró al partido para postular a modo a Ricardo Anaya como candidato a la Presidencia de la República, que manipuló, en su beneficio, el padrón de militantes y despreciado a la sociedad, se mantenga al frente de Acción Nacional.
“El mismo que decidió en lo oscurito y a espaldas de sus simpatizantes diferentes acuerdos, comerciando con el patrimonio ideológico del partido.
“La inmoralidad es ya moral en el partido”, sintetizan.
No queremos saber lo que ocurrirá al interior del grupo parlamentario del PAN en la Cámara de Senadores cuando se anuncie la separación de Damián Zepeda como coordinador del grupo parlamentario y su sustitución por el poblano Rafael Moreno Valle.
Es el acuerdo suscrito por Marko con los gobernadores azules, salvo el de Chihuahua, Javier Corral; y las dos “bajas”, Kiko Vega y Carlos Mendoza Davis.
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Información Excelsior.com.mx