Por Yuriria Sierra
“Se les informa que después de las diez de la noche tienen que estar dentro de sus casas por el coronavirus, si no agarran el rollo los vamos a tablear, a la verga, son órdenes de arriba, de Los Chapitos. A las diez de la noche. No es juego, no estamos jugando…”, reza la voz en un video que circula en redes sociales. Presuntamente, se trata de hombres al servicio del Cártel de Sinaloa, quienes se encargan de vigilar que la población de Culiacán se quede en casa ante la pandemia. Este material fue difundido hace unos días, al mismo tiempo en que en el supuesto perfil de Instagram de Iván Archivaldo Guzmán se publicaran imágenes de personas que reciben despensas. Una caja con frijol, cloro, papel higiénico, entre otros productos de primera necesidad, cubiertos con un plástico grabado con las iniciales JGL (Joaquín Guzmán Loera). En una de estas imágenes, tomadas en una zona marginada de Culiacán, se aprecia una fila de al menos veinte personas a la espera de la ayuda. Días antes, Alejandrina Giselle Guzmán Salazar, también hija de El Chapo, regaló despensas en Guadalajara, Jalisco. Fueron destinadas a adultos mayores confinados solos en casa. Fueron casi medio millar de cajas con alimentos y artículos de higiene personal, todas marcadas con el rostro de su padre, recluido en una prisión de Nueva York.
La familia de El Chapo no es la única ocupada en el “servicio social”. La semana pasada, hombres armados cuidaban a otros que repartían bolsas con alimentos cerca del Centro Cultural Constitución, en Zapopan. Al parecer, se trató de integrantes del Cártel Jalisco Nueva Generación. En el video se escucha el narcocorrido Atentamente, El Mencho: “Una cosa que sí les quede bien claro, no soy ningún santo, pero ayudo al que me pide la mano…”, se lee en una de sus estrofas.
Al crimen organizado no lo detiene ni una pandemia. No sólo en su actividad “clientelar”, también en esa otra, la más lamentable: en los primeros tres días del mes de mayo, 261 personas fueron asesinadas en nuestro país. Guanajuato, Jalisco y el Estado de México fueron las entidades que más homicidios dolosos registraron. “Bájenle…”, pidió el presidente López Obrador a los cárteles el 20 de abril, cuando se reportaron las primeras entregas de despensa. Es claro que no escucharon. Ni el reparto paró ni la violencia se detuvo.
“Las epidemias, al monopolizar la atención, tienen otra ventaja para las organizaciones criminales: el silencio. Durante febrero y marzo, en México, murieron asesinadas, por media, casi cien personas diarias, casi todas, víctimas de los cárteles de la droga. Sin embargo, no despertaron interés internacional porque la única muerte que es noticia, hoy, es la provocada por el virus…”, anota Roberto Saviano en su reflexión publicada el domingo en El País, en un ejercicio para entender al mundo hoy, para proyectar un futuro una vez que termine la emergencia. En el texto, Saviano remata: “Por cada empresario sano en riesgo de bancarrota, existe un clan dispuesto a intervenir con inyecciones de capital. Por eso no hay tiempo que perder, si los Estados no hacen algo ahora con las empresas en crisis, si esperan a una fase de menos alarma, será demasiado tarde: donde no llegue el COVID-19, llegarán las mafias…”.
Autoridades del país estiman que el 1 de junio comenzará el regreso a la normalidad. Y nos encontraremos con esa realidad violenta que la pandemia nos hizo creer que estaba en pausa. Ojalá que ese reencuentro con el cotidiano llegue con una estrategia contra el crimen más integral, la necesitará un país que, como tantos en el mundo, deberá sanar las heridas financieras y laborales que el COVID-19 dejará abiertas. Y cuando leemos, al cierre de estas líneas, que los hijos de El Chapo Guzmán “sancionarán” a quienes violen el “toque de queda” que ellos mismos impusieron en Culiacán, no nos queda más que pensar que, posiblemente, sí, éste sea -y desde hace mucho—, un Estado en el que el poder del Estado se encuentra en otras manos…Información Excelsior.com.mx