Por Yuriria Sierra
Él iba directo por los mexicanos. Eligió un día que se anunciaba concurrido por la víspera del inicio de clases. Sabía que decenas de familias residentes de El Paso, Texas, con un 83 por ciento de habitantes de origen hispano, y aquellas que cruzarían desde Ciudad Juárez, Chihuahua, llegarían a ese centro comercial.
Ni el viaje de nueve horas en auto le restó compromiso con su abominable causa. Lo hizo y el resultado lo sabemos. Lamentamos las 22 muertes. Esperamos que los heridos se recuperen pronto. Que las familias afectadas vuelvan a sentir un poco de quietud, de calma. Sin embargo, nos preocupamos por ese terrible efecto que de ser causa, se transforma en la lamentable posibilidad de un futuro que se antoja dividido, enfrentado, peligroso.
“Nosotros vemos este discurso de odio como algo que nos preocupa y nos preocupa muchísimo. Han aumentado muchísimo los crímenes de odio en Estados Unidos, además ha aumentado el número de organizaciones supremacistas o que promueven la supremacía blanca en los últimos años. Esto es algo que por supuesto sentimos la necesidad de atender…”, me afirmó Roberto Velasco Álvarez, vocero de la Secretaría de Relaciones Exteriores, en entrevista para Imagen Televisión.
Tras el tiroteo del pasado 3 de agosto, el gobierno de México ha redoblado esfuerzos para proteger a los connacionales que hoy, además de estar bajo la lupa de las medidas antiinmigrantes que salen oficialmente de la Casa Blanca, también están bajo esa otra, la lupa que se acentúa con el discurso que de manera extraoficial también sale desde la Sala Oval.
“El caldo de cultivo para la instalación de este discurso en la conversación pública se encuentra en la crisis social y económica de ciertos sectores, cuya situación los hace receptivos a mensajes simplistas y reiterativos, que se disemina rápidamente a través de las redes sociales, las cuales garantizan anonimato e impunidad (…) Hoy en día, las discusiones sobre género, migración, racismo y clasismo en nuestra sociedad han puesto en circulación expresiones violentas, agresivas y discriminatorias, que han escalado hasta la denigración, el hostigamiento y las amenazas. Todo ello ligado a un marcado aumento en los ataques feminicidas, transfóbicos y de los crímenes de odio general”, escribió Arturo Zaldívar, ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), en Milenio.
Como prueba de ello, de la discriminación y racismo que germina por todos lados, está el hecho de que el mismo tiroteo en El Paso encontró su inspiración en los ataques de tres mezquitas en Nueva Zelanda ocurridos en marzo pasado, donde murieron más de 50 personas. Incluso el modus operandi fue muy similar, el responsable también publicó un manifiesto en el internet momentos antes de abrir fuego contra personas inocentes.
Con una campaña electoral por delante en Estados Unidos, no auguramos que este peligrosísimo discurso vaya a desaparecer pronto. Ni las muertes ni la recurrencia de los tiroteos han mermado un poco en la constancia de la descalificación hacia la comunidad migrante. Que termina siendo sólo uno de tantos grupos en peligro por esa falsa retórica del odio. Información Excelsior.com.mx