Por Jorge Fernández Menéndez
Para las elecciones del primero de julio falta todavía mucho tiempo y la vida política nacional es tan vertiginosa que de aquí para entonces puede suceder cualquier cosa. Simplemente, de hoy al 14 de diciembre próximo se moverá todo el escenario político. Estamos esperando que en las próximas horas el PRI defina a su candidato. Será antes del 3 de diciembre. Y también veremos cómo el Frente, por lo menos el que se esperaba construir, termina desmoronándose o, por lo menos, dividiéndose.
Decía la presidenta nacional del PRD, Alejandra Barrales, que entre los errores que se han cometido están el haber dejado ir a Margarita Zavala y al partido Nueva Alianza. Pero el error más importante del Frente será haber dejado ir a su propio partido, el PRD. Varias de las corrientes perredistas, impulsadas por el jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera, están convencidas de que no tienen nada que hacer en el Frente si no hay una elección abierta del candidato presidencial y entre los acuerdos fundadores de ese Frente, por lo menos los que establecieron la propia Alejandra, Dante Delgado y Ricardo Anaya eso no está contemplado, porque la creación del Frente, más allá de consideraciones políticas legítimas, partía de la base de la distribución, entre los mismos dirigentes, de las principales posiciones de la coalición, comenzando por la presidencial y la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México.
Mancera tiene toda la razón al demandar un proceso abierto y en el que pueda participar. Lleva años impulsando una propuesta de centroizquierda, con fuerte perfil ciudadano, él mismo no se ha afiliado a partido alguno para fortalecer esa intención. Su equipo de trabajo, desde Cuauhtémoc Cárdenas hasta Patricia Mercado o Hiram Almeida, tiene ese mismo sentido. Se ha confrontado con Morena en la ciudad una y otra vez, precisamente, porque el partido de López Obrador no quiere de ninguna forma que esa opción crezca y participe. Y, ahora, resulta que le dirán ni modo, todos esos esfuerzos políticos fueron vanos porque no puede ni siquiera participar en la búsqueda abierta de la candidatura por la que ha trabajado todos estos años (como ya le ocurrió a Margarita Zavala y le está ocurriendo también a Rafael Moreno Valle).
Pero no sólo eso: su programa político y de gobierno, queda sepultado bajo otro que es una mezcla extraña de posiciones conservadoras (algunas a la derecha del PAN tradicional) y otras netamente populistas (como la propuesta de la renta universal). Prácticamente, nada de lo que ha peleado Mancera está en ese programa ni las libertades y derechos individuales que ha impulsado y logrado en su gobierno ni tampoco el tema salarial que colocó, antes que nadie, sobre la mesa y que ya ha dicho que si se lanza como candidato será su prioridad.
¿Por qué diablos tendrían que aceptar Mancera, quienes lo apoyan y acompañan y la mayoría del PRD un acuerdo de ese tipo? ¿Por la candidatura de Barrales a la ciudad? Sea Alejandra o no la candidata de ese partido en la ciudad, si actúan con inteligencia tienen asegurada una amplia coalición para enfrentar a Claudia Sheinbaum. ¿Prometiéndole a Mancera la futura Fiscalía General de la República, como dijo Ricardo Anaya? No tiene sentido.
Nos faltan por ver muchas cosas en estos días, pero dudo profundamente tanto que el Frente se abra a una designación democrática y participativa (en la forma que sea) como que veamos a Miguel Mancera aceptar alegremente esas condiciones. Me imagino a Mancera lanzando la alternativa por la que ha trabajado todos estos años y que se perdería en el contexto de un Frente como el que se está creando: una alternativa de centroizquierda, con un perfil progresista y mucho más ciudadano, tomando en cuenta, además, lo costoso que está resultando para la mayoría de los aspirantes ciudadanos juntar las firmas que les permitan competir en julio.
Y con un agregado. El 9 de diciembre dejará la presidencia del PRD Alejandra Barrales y su lugar podría ser ocupado por Juan Zepeda, excandidato perredista en el Estado de México que siguiendo una línea tan parecida a la que desde siempre ha propuesto Mancera, hizo una magnífica elección en esa entidad. ¿Por qué no lo podría hacer Mancera en campaña a nivel nacional cuando cuenta con más tiempo, más conocimiento público, más recursos que los que tuvo Zepeda en el Edomex? ¿Zepeda en el hipotético caso de que quede como presidente de su partido iría en una línea diferente a la que llevó hace apenas unos meses en el Estado de México y que es, precisamente, lo que le abrió la oportunidad de buscar la presidencia nacional del PRD? ¿Si no es Zepeda quien quede como líder del PRD sino alguno de los hombres cercanos a Mancera, como Ángel Ávila, jugaría en una opción contraria al jefe de Gobierno? No lo creo.
Veo a Mancera en la boleta del 2018, encabezando lo que siempre quiso: un frente amplio, ciudadano, de centroizquierda, respaldado por el PRD.
Si es así, como dijimos hace varias semanas no tendremos un frente sino dos, el que encabezará Mancera y el que tendrá como candidato a Ricardo Anaya. Lo sabremos antes del 14 de diciembre. Información Excelsior.com.mx