Por Pascal Beltrán del Rio
Con sus 7.3 millones de feligreses, 650 parroquias y más de mil templos, la Arquidiócesis de México es la mayor región de la Iglesia Católica en el mundo.
Por su tamaño, es también una de las principales fuentes de ingreso del Vaticano.
Sede cardenalicia desde los años 50 del siglo pasado, la Arquidiócesis Primada es una institución de enorme poder, no sólo religioso, sino político.
La mañana de ayer –madrugada en la hora mexicana–, la Santa Sede dio a conocer que el papa Francisco había designado al cardenal Carlos Aguiar Retes para relevar al también cardenal Norberto Rivera al frente de la Arquidiócesis.
Nacido en Tepic hace 67 años –cumplirá 68 el mes que entra–, Aguiar Retes es un prelado cercano al pontífice, quien lo ordenó cardenal el año pasado. Fue obispo de Texcoco y arzobispo de Tlalnepantla, así como secretario general y presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano.
Durante esos encargos tuvo una relación frecuente y fluida lo mismo con el entonces presidente Felipe Calderón que con el entonces gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto.
El próximo 5 de febrero, el cardenal Aguiar se convertirá en el trigésimo quinto arzobispo primado de México, con lo que llegará a su fin el periodo del cardenal Norberto Rivera, que se extendió por más de 22 años, uno de los más largos en la historia de la Arquidiócesis, de 471 años.
Fue fray Juan de Zumárraga el primer obispo y arzobispo de México. El clérigo, nacido en Durango, Vizcaya, España, en 1468, estuvo a cargo de la región entre 1530 y 1548. Además, trajo la imprenta al Nuevo Mundo y puso las bases de la Real y Pontificia Universidad de México, actualmente UNAM.
Los 34 titulares que ha tenido la región desde que fue elevada a Arquidiócesis en 1546 han durado en el cargo casi 14 años en promedio. En términos sexenales, cada arzobispo de México ha visto pasar a más dos presidentes de la República.
Es el caso de Norberto Rivera, quien se convirtió en arzobispo en 1995, cuando Ernesto Zedillo acababa de llegar a Los Pinos, y dejará el cargo cuando está a punto de fenecer el periodo de Enrique Peña Nieto.
Fueron poderosos sus predecesores, Ernesto Corripio Ahumada –en cuyo periodo se dieron las primeras tres visitas de un Papa a México–, Miguel Darío Miranda y Luis María Martínez.
A Rivera le tocó recibir en la Ciudad de México a dos papas: a Juan Pablo II, en 1999 y 2002, y a Francisco, en 2016. Durante su periodo, Benedicto XVI también vino a México, pero estuvo en Guanajuato.
El 6 de junio pasado, Rivera presentó su renuncia al papa Francisco al cumplir los 75 años de edad. Esta renuncia fue aceptada ayer.
Para el especialista Bernardo Barranco, a quien entrevisté en Imagen Radio, la renuncia de Rivera fue aceptada de forma inusualmente rápida.
“Seis meses, para una institución como la Iglesia, es apenas un momento. Hay que recordar que pasaron años para que Francisco aceptara la renuncia del boliviano Julio Terrazas y para que Benedicto XVI aceptara la de Juan Sandoval Íñiguez”.
Barranco puso como hipótesis de lo anterior “las grandes diferencias teológicas, pastorales y sociopolíticas entre el papa Francisco y el cardenal Rivera”, así como el deterioro de la imagen pública del arzobispo saliente.
Sobre el por qué escogió a Aguiar, me comentó: “Son amigos. El Papa necesita lealtades que coadyuven con las reformas que ha impulsado”.
—¿Qué retos tendrá como arzobispo?
—Sin duda, recomponer la estructura interna. La Arquidiócesis de México ha sufrido una pérdida de fieles al doble del ritmo que se ha dado a nivel nacional. Y tendrá que restaurar la percepción de la Iglesia en la capital del país.
—¿Qué tipo de arzobispo será?
—Seguramente tratará de romper con el carácter sacramental y conservador de la Arquidiócesis, impreso por su antecesor. Aguiar tiene una actitud más abierta, sin separarse de la doctrina. Posee una sensibilidad similar a la de Francisco, le gusta ir al encuentro de la gente.
—¿Qué significado tiene que el relevo se dé en año electoral? ¿Políticamente cómo es Aguiar?
—No creo que trate de incidir electoralmente. Es un hombre pragmático. Tiene buena relación con las cúpulas, pero cree que la política se hace en muchas esferas, con todos los factores de poder. Información Excelsior.com.mx